Blanca como la nieve, roja como la sangre
Alessandro D’Avenia
Ed. Grijalbo
Leo, un adolescente, se enamora
en el instituto de una chica de otra clase, Beatrice, a la que ni siquiera
conoce, pero que a sus ojos se ha convertido en la encarnación del bien y la belleza. Pero
Beatrice, antes de que Leo llegue a presentarse, enferma gravemente. El mundo
se hunde bajo los pies de Leo, desesperado.
Pero Leo no está solo, cuenta con
amigos leales, que no abandonan. Su compañera Silvia, personificación de la lealtad,
está a su lado incondicionalmente, a pesar de que Leo parezca ignorarla y se
comporte con ella como un desagradecido.
Y está también a su lado, aunque
de un modo aparentemente más lejano, su profesor de literatura, que manifiesta
su cercanía como en la distancia, casi siempre en forma de comentarios
aparentemente impersonales que fluyen en el aula durante las clases de literatura.
El joven y sensible profesor (verdadero protagonista en la sombra) percibe que en el alma de su alumno han irrumpido inesperadamente y de forma
desgarradora –como suele suceder en los adolescentes- el sufrimiento y la
incertidumbre, y sus comentarios literarios van más dirigidos a orientar a Leo
de lo que parece.
Escrito en forma de monólogo del joven Leo, el libro manifiesta dominio del lenguaje y los modos en que
los jóvenes tratan de expresar sus sentimientos, a veces incomprensibles para
ellos mismos. Incluso cuando habla del
sufrimiento, el monólogo tiene toques de jovialidad y frescura, tan propios del
lenguaje de un chico normal. Una muestra: de vez en cuando en los pensamientos
de Leo se desliza una idea luminosa, un descubrimiento nuevo para él, y anota:
“Qué gran verdad es lo que acabo de
decir: tengo que recordarlo. Me olvido
mogollón de cosas importantes que descubro. O sea que me doy cuenta de que
podrían serme útiles en el futuro, pero las olvido, igual que los mayores. Tal es el origen de al menos la mitad de
los males del mundo. "En mi época esos problemas ni siquiera existían..." Exacto. ¡En tu época! Puede que si anoto alguna de las cosas que
voy descubriendo ya no las olvide y deje de cometer los mismos errores. Tengo
una memoria pésima. Por culpa de mis padres: ADN de mala calidad…”
La narración trascurre en un ambiente fresco y
oxigenado, y se respira un sentido cristiano lleno de naturalidad, que de
cuando en cuando cristaliza en frases que merecen ser recordadas. He anotado
unas pocas:
-Nunca tengas miedo a soñar, por mucho que los demás se
rían de ti. La historia es un puchero lleno de proyectos cumplidos por hombres
que alcanzaron la grandeza porque se atrevieron a concretar su sueño en realidad.
La filosofía es el silencio en que esos sueños nacen.
-La humanidad avanza sólo cuando un hombre tiene fe en
lograr lo más difícil (eso es un sueño).
-Pasión de enseñar: “extraer la belleza allá donde se
encuentre y regalársela a quien esté a mi lado. Por eso estoy en el mundo”.
-Cuando está enamorado el tiempo no existe. Eso es el
cielo, sin tiempo, eterno presente.
-Basta que esté Beatrice para que la vida sea cada día
nueva. El amor es lo que hace la vida nueva.
-Justo cuando nos sentimos más pobres, la vida, como una
madre, nos está cosiendo el traje más hermoso.
Un libro que gustará a los jóvenes, y también a los mayores con alma joven.