sábado, 20 de marzo de 2010

El día que España derrotó a Inglaterra. De cómo Blas de Lezo, tuerto, manco y cojo, venció en Cartagena de Indias a la otra “Armada Invencible".


 

                                     
                                            


Pablo Victoria.
Ediciones Áltera, 2005.


Pablo Victoria es profesor universitario y doctor en Economía, ha sido diputado y senador colombiano, y ha desempeñado diversas actividades periodísticas.
 
En este libro describe con maestría una de las batallas más cruciales para el Imperio Español en América, y que sin embargo ha pasado desapercibida: el asedio de los ingleses, en 1741, a la ciudad de Cartagena de Indias. 

Se trataba de una invasión en toda regla, que pretendía clavar una espina en la garganta del Imperio español en América, hiriendo de muerte la ruta de los galeones españoles y con ella todo el sistema de comercio peninsular con América. 

Una escuadra de 180 navíos y 23.600 hombres, superior a la Armada Invencible de Felipe II y quizá sólo superada hasta la fecha por la que atacó Normandía en la II Guerra Mundial, permitiría no sólo tomar la ciudad, sino además adentrarse profundamente en Colombia, llegar hasta el Perú y ganar para Inglaterra todo el continente.

Sin embargo, el ataque –que tenía al frente al almirante Vernon- supuso una terrible derrota para Inglaterra, y su Armada regresó con enormes pérdidas de barcos y hombres a Jamaica. Los ingleses tardaron años en recuperar su poderío naval.
 
La humillación infringida a los ingleses hizo que estos dejasen caer una losa de silencio sobre lo ocurrido, y la batalla apenas consta en su historia naval. Era tal la confianza que tenían en la victoria que a los pocos días de iniciado el asalto en Inglaterra se acuñaron monedas conmemorativas. Se retiraron en cuanto llegaron noticias del desastre, aunque algunas quedaron para la historia.

El libro constituye un homenaje a Don Blas de Lezo, marino español, verdadero héroe de la defensa de Cartagena. Lezo –vasco de Pasajes, triplemente mutilado en diversas acciones de guerra desde muy joven- era el General encargado de la defensa de la ciudad. Tuvo que soportar los errores militares y envidias del Virrey de Nueva Granada, Eslava, que era la primera autoridad. 

Eslava se empeñó en una estrategia defensiva claramente equivocada, y desoyó los reiterados consejos de Lezo. Las desastrosas órdenes del Virrey fueron ruinosas para los españoles, y los ingleses lograron romper fácilmente el primer anillo defensivo, que era vital. Cuando ya todo parecía perdido, Eslava, viéndose impotente, dejó el mando en manos de Lezo. En poco tiempo, gracias a medidas de protección acertadas y a operaciones de gran audacia y valentía, cambió la suerte de la batalla.

Eslava nunca perdonó a Blas de Lezo que le pusiera en evidencia y recriminara en público sus errores. Terminado el asedio, intrigó todo lo posible ante Felipe V para denostar a Lezo y aparecer como el único artífice de la victoria. 

Sabiendo que Lezo llevaba un diario puntual de los acontecimientos, y temiendo que apareciera la verdad, hizo redactar tardíamente diversos diarios y recuerdos, para manipular datos del asedio, en los que sin rubor se hace aparecer como el gran protagonista. 

La influencia del Virrey en la Corte era muy fuerte, y logró que se destituyera a Lezo pocos meses después de la victoria. Para entonces Lezo ya había fallecido, víctima de la peste y sobre todo de la tristeza que le provocó la ingratitud con que se pagó su leal servicio. “Como buen vasco –dice Victoria- murió amando y defendiendo la integridad de España y de su Imperio”.

El libro está bien redactado y documentado, recogiendo todos los datos históricos contrastados y reconstruyendo con verosimilitud aquellos que no constan en los documentos: la realidad debió ser muy parecida. Se lee con amenidad, y lo cruel de las escenas de guerra hace desear y agradecer la amistad y ausencia de violencia entre los pueblos.

Blas de Lezo fue rehabilitado varios años después de su muerte, y se le concedió el marquesado de Ovieco, que disfrutaron sus descendientes. En el año 2003 España botó la fragata Blas de Lezo. 






Los monstruos de la razón. Rino Camilleri. Ed. Rialp





Breve repaso de las diferentes utopías y revoluciones de la historia, en tono divulgativo, irónico y crítico. 

Resalta el peligro que supone hacer caso a los intelectuales cuando se dejan llevar por la sola razón, prescindiendo de Dios, y cómo han originado los peores cataclismos de la humanidad. 

Desde Esparta a los ilustrados y jacobinos, pasando por las torpemente idealizadas antiguas civilizaciones, como la azteca (sangrienta y demoníaca), o la masonería, el nazismo, o el marxismo,... Todas tienen ese peligro en común: al prescindir de Dios,  desnaturalizan al hombre y vienen a ser lo mismo: se vuelven contra el hombre.

Sólo el cristianismo aporta luz y esperanza a la humanidad, porque sólo el mensaje de Cristo ha aportado frutos no venenosos a la humanidad. 

Como curiosidad cita varias veces y con admiración a Donoso Cortés: un pensador español, que estudió a fondo las revoluciones de su tiempo, y que afirmó que el mundo se dirigía hacia un despotismo de proporciones gigantescas.

Jesús Acerete

miércoles, 10 de marzo de 2010

Cristina, hija de Lavrans.





Cristina, hija de Lavrans. Sigrid Undset. 



Novela ambientada en la Noruega del siglo XIV, muy bien documentada histórica y geográficamente, que le valió a Sigrid Undset el Nobel de literatura en 1928, poco antes de su conversión al catolicismo. 

Manifiesta con lúcido realismo la conjunción de hondo sentido sobrenatural y rudas costumbres en las gentes de aquella sociedad cristiana que aún tenía cercana su tradición bárbara y pagana. 

Narra la vida de Cristina, educada en la fe por unos buenos padres cristianos de la clase media-alta, su boda “obligada” con Erlend, un caballero fogoso y alocado, pero leal; sus siete hijos, que se van emancipando... 


A lo largo de su vida Cristina siente la cercanía de Dios, la necesidad de acudir a Él, aunque muchas veces su vida y su orgullo la llevan por derroteros alejados. 

Al final, ya mayor y recluída en un convento, en el que ayuda heroicamente a los afectados por la peste, descubrirá que Dios no ha dejado de envolverla con su amor.  

Sin que se diera cuenta, y a pesar de su resistencia y obstinación, algo de ese amor ha persistido siempre en ella, fecundando su vida y haciendo nacer una flor que ni sus errores y pecados pudieron marchitar...


Aunque puede resultar algo lenta para el inquieto lector del siglo XXI, muchos pasajes tienen un rico contenido humano y sobrenatural, que sabrán valorar los lectores sensibles. 

Los personajes suelen rezar con naturalidad, como corresponde a personas que se saben hijos de Dios a pesar de sus errores, no siempre reconocidos, o de las carencias culturales de la época.



Entender el mundo de hoy



Entender el mundo de hoy. Ricardo Yepes Storck
Ed Rialp (248 pags).

    La complejidad del mundo que vivimos exige un esfuerzo de reflexión que no muchos parecen animados a hacer. Es más cómodo dejarse llevar por la superficialidad imperante, pensar poco y tratar de vivir lo mejor posible sin complicarse mucho, como si la felicidad consistiera en ausencia de complicaciones. Este libro es para los que aspiran a algo más, para los que se preguntan por el sentido de su vida y no se conforman con respuestas vagas o mediocres.


    Ricardo Yepes fue una de las mejores cabezas de la filosofía y antropología españolas de finales del siglo XX. Joven profesor de universidad, fallecido en accidente de montaña, nos ha dejado una reducida pero valiosísima colección de publicaciones en las que logra hacer sencilla e inteligible la complejidad del mundo en que vivimos.


    Escrito en la amable forma de cartas a un inquieto estudiante, este libro es un profundo y ameno conjunto de reflexiones sobre el modo en que los hombres tratan de resolver los grandes problemas de la existencia y de la convivencia. El estilo, conciso y directo, es el propio de la sinceridad juvenil.


    A lo largo del texto desgrana lo mejor de los clásicos, que desde siempre se han hecho las mismas preguntas sobre la vida, la felicidad, el amor, la amistad, el bien, el mal, la política, la religión... Y va señalando los puntos de luz o de oscuridad de las ideologías dominantes.


    Ricardo Yepes apuesta por la capacidad autocrítica, la interiorización y el cultivo de la propia personalidad, como modo de superar una cultura dominante que tiende a anular el deseo de volar alto, de ideales nobles, que tienen todos los jóvenes, y perdura en lo más recóndito de cada persona hasta el final de sus días. Ahí radica la esperanza de la sociedad, en la novedad de cada persona, con una capacidad infinita de rebelión frente a culturas que le oprimen y tratan de reducirle a cosa : "lo que hay de inédito en el mundo lo aporta la persona, la única fuente de novedades auténticas" (p. 100).


    El libro constituye un esfuerzo logrado y asequible de consideración integral de las dimensiones humanas fundamentales, de la mano de los mejores autores de la historia.


    Una de las aportaciones de la obra es la larga relación de lecturas recomendables, que ciertamente constituyen un bagage intelectual y cultural de primer orden. 

    Bagage especialmente necesario para quienes se dedican a la comunicación y quieran hacerlo desde planteamientos plenamente humanos y bien pensados. Y muy útil también para cualquier profesor universitario que aspire a mejorar la coherencia de su discurso, en cualquier materia.

Jesús Acerete

sábado, 6 de marzo de 2010

BANESTO

    


    Cada día suceden en el mundo cosas graves e importantes, pero con frecuencia nos afectan más pequeñas cosas caseras que grandes acontecimientos mundiales. 

    Hoy he sabido de una de esas cosas caseras que llenan de pena y rabia. Un bancario de un lamentable banco -llamado BANESTO- acude a una pobre mujer y la engatusa asegurándole que en BANESTO no cobran tasas ni mantenimiento, y que contrate con ellos el lector de tarjetas para su tienda. 

    La pobre mujer se cree lo de que no cobran tasas: se lo ha asegurado en persona el propio bancario, que parece respetable con su corbata, y que se ha tomado la molestia de acercarse hasta su tienda. La pobre mujer cree en la palabra de las personas: ¿por qué iba a dudar? Y firma el contrato en el que efectivamente no se mencionan para nada las tasas. 

    Pero con asombro al cabo de pocos meses descubre que BANESTO le ha cobrado dos tasas de 30 €. Acude al bancario a pedir explicaciones y que se subsane el error. El bancario remolonea primero, y acaba espetándole que seguramente no le devolverán nada: en realidad -le acomete airado a la pobre mujer- con usted estamos perdiendo dinero. 

    Atónita, la pobre mujer pregunta en concepto de qué son esos 60 € que han desaparecido de su cuenta, si él mismo le había asegurado que no hay tasas de mantenimiento, ni se mencionan en el contrato. Pero la respuesta del bancario de BANESTO la deja aún más desolada: si no está contenta, váyase a otro banco. No se puede creer lo que está escuchando. Pero aún le quedan fuerzas para pedir que le enseñen el contrato: no es posible, está en Madrid… 

    Y la pobre mujer sale del banco humillada. Eso fue hace pocos días. Hoy ha recibido noticias BANESTO: otra tasa sin justificar de otros 30 €. Ya suman 90. Hay bancos (mejor dicho, banqueros y bancarios) que aún no se han enterado de que la causa de la gran crisis que padecemos ha sido la avaricia y la mentira, y siguen practicando sus vicios con pertinacia. 

    ¿Adónde nos quieren llevar? ¿Quieren instaurar un régimen de lobos y tiburones? ¿Qué hacemos con gente que miente como recurso profesional? ¿Si hacen eso a pequeña escala, qué harán sus jefes con los grandes números? ¿Quién puede confiar en un banco que roba de ese modo? 

    ¿Y quién vigila que los bancos no roben? ¿Hay todavía justicia? Lo vamos a comprobar en breve, porque si consentimos estas cosas en apariencia pequeñas y caseras, cada vez sucederán más tragedias mundiales.

Observador