miércoles, 17 de junio de 2015
Las redes como fuente de noticias
Interesante estudio de Reuters sobre la evolución de las fuentes y consumo de noticias
viernes, 3 de octubre de 2014
Un evento inolvidable: la beatificación de Álvaro del Portillo
Aquí dejo para el recuerdo una crónica de las jornadas inolvidables que miles de personas de todo el mundo, y muchos valencianos, vivimos cerca de Madrid, en Valdebebas, con motivo de la beatificación de Álvaro del Portillo, los días 27 y 28 de septiembre. Está basada en el estupendo reportaje que María José Fraile publicó en el semanario Paraula sobre el evento.
Papa Francisco: “El beato Álvaro amó y sirvió a la Iglesia con un corazón despojado de interés mundano”
Papa Francisco: “El beato Álvaro amó y sirvió a la Iglesia con un corazón despojado de interés mundano”
El 27 de
septiembre ha sido beatificado en Madrid
Álvaro del Portillo, obispo,
primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei y uno de los
protagonistas del Concilio Vaticano II,
en una ceremonia multitudinaria presidida por el delegado del Papa Francisco,
el cardenal Angelo Amato, acompañado
del cardenal Antonio María Rouco,
arzobispo emérito de Madrid y del obispo prelado del Opus Dei, Javier Echevarría.
Junto a más de 200.000 fieles de más de 80 países, a la ceremonia
asistieron miles de valencianos. En los momentos previos a la Santa Misa intervino Marisa López, joven ingeniero de
Caminos valenciana, que junto a un universitario de Camerún presentó diversos
testimonios audiovisuales sobre el impacto del ejemplo de vida cristiana de
Álvaro en personas de todo el mundo. “Ha sido como un sueño. Me considero una
privilegiada por haber podido estar aquí, y enormemente agradecida a don
Álvaro: la Iglesia nos lo propone como ejemplo de que en el cumplimiento cabal
de las obligaciones de cada día podemos y debemos ser santos. Esa idea me ha
hecho descubrir el sentido de muchas cosas por las que he pasado y que ahora
veo de otra manera: es como si don Álvaro me estuviera diciendo: todo viene de
la mano de Dios.” Marisa tiene una simpática y conmovedora historia de conversión de su novio, Jordi.
El mensaje del Papa Francisco abrió la ceremonia
La ceremonia
comenzó con la lectura por parte del vicario general del Opus Dei, Fernando Ocáriz, del mensaje enviado por el Papa Francisco. El Santo
Padre destacó que “el beato Álvaro
del Portillo nos enseña que la sencillez y la vida ordinaria son camino seguro
de santidad” y recordó que “recorrió muchos países fomentando proyectos de
evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los
hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres”
(mensaje completo en: www.alvarodelportillo.org )
Tras la
fórmula solemne de beatificación pronunciada por el Cardenal Amato, fue
descubierta la imagen del nuevo beato cuya fiesta se celebrará el 12 de mayo en
las diócesis que la Santa Sede determine.
Otro momento
importante fue el traslado al altar de las reliquias de Álvaro del Portillo, portadas por la familia Ureta Wilson, cuyo hijo José
Ignacio fue curado milagrosamente por intercesión del nuevo beato.
La
universalidad de la figura del nuevo beato ha quedado de manifiesto por la
presencia de miles de fieles de más de ochenta países. En la ceremonia han
concelebrado 17 cardenales y 170 obispos de todo el mundo, entre ellos los arzobispos
entrante y saliente de Valencia, Antonio
Cañizares y Carlos Osoro.
Entre las
primeras filas se encontraban más de 200 personas con algún tipo de
discapacidad y representantes de las numerosas iniciativas sociales promovidas
por el nuevo beato, especialmente en África y Latinoamérica.
Una fiesta de la Iglesia
universal
1.600
autobuses y un servicio de bus lanzadera desde las estaciones del Metro
condujeron, desde primera hora de la mañana, a más de 200.000 personas que
llenaron 185.000 metros cuadrados de Valdebebas. Allí pudieron esperar la
ceremonia viendo una programación audiovisual en las 26 pantallas gigantes
habilitadas y preparándose espiritualmente rezando en las 13 capillas
instaladas o recibiendo el sacramento del perdón en alguno de los 80
confesonarios repartidos por el recinto.
La homilía
destacó su fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al Papa
En su homilía, el cardenal Amato realizó un perfil de algunas virtudes que el nuevo beato
“vivió de modo heroico”, como su “fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al
Magisterio del Papa”. Álvaro del Portillo –explicó el cardenal- “huía de
todo personalismo, porque transmitía la verdad del Evangelio, no sus propias
opiniones”. Entre otras cosas, “destacaba por la prudencia y rectitud al
valorar los sucesos y las personas; la justicia para respetar el honor y la libertad
de los demás”.
Según el
cardenal Amato, “el beato Álvaro del
Portillo, nos invita hoy a vivir una santidad amable, misericordiosa,
afable, mansa y humilde. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la
Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz
de la tierra”.
La numerosa
participación de los fieles se caracterizó por la piedad y la alegría de los
cantos acompañando al coro de 200 voces de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, que actuó reforzado
por el coro de la parroquia de san
Josemaría de Valencia. Para distribuir la comunión, 1200 sacerdotes se
repartieron por todo el recinto.
Mons. Echevarría: una súplica especial
por quienes sufren la persecución a causa de la fe
Al finalizar la celebración, Mons. Javier
Echevarría, prelado del Opus Dei, dirigió unas palabras de agradecimiento a
Dios, a la Iglesia y al Papa Francisco, al Papa emérito Benedicto XVI, a los cardenales
Amato y Rouco, y a la Archidiócesis de Madrid, así como al coro, a los
voluntarios y a los medios de comunicación, que han hecho posible que la
ceremonia se haya seguido en televisiones de todo el mundo.
El prelado añadió: “La elevación a los altares de Álvaro del Portillo nos
recuerda de nuevo la llamada universal a la santidad, proclamada con gran
fuerza por el Concilio Vaticano II”.
Y también se refirió al “gozo de san Josemaría Escrivá de Balaguer, al ver que este hijo suyo fidelísimo ha sido
propuesto como intercesor y ejemplo a todos los fieles”.
Mons. Echevarría pidió a los presentes una súplica especial “por las
hermanas y los hermanos nuestros que, en diversas partes del mundo, sufren
persecución e incluso martirio a causa de la fe”.
Al terminar la
ceremonia, los más de 3.500 jóvenes voluntarios de diversos países ayudaron a
los asistentes a despedirse de Valdebebas y volver hacia Madrid.
Tere Alcayde, médico
pediatra, que asistió con su marido y sus hijos, comenta que le impactaron
varios consejos de la homilía del
prelado del Opus Dei: “hacer que todos los días mi hogar sea luminoso y
alegre, con mucho ánimo”, comenta. “Y también ser agradecidos, hacer buen uso
de los dones recibidos, como hizo el beato Álvaro. Y que la fe es un don para
compartir con los demás. Ha sido como una conversión personal, y nos vinimos
con las pilas cargadas”. Su marido, Juansa,
añade que “titularía lo vivido como un fin de semana de fe que inundó
Valdebebas. A mí me ha impactado la sencillez y humildad con que don Álvaro
hizo tantas cosas tan grandes en servicio de Dios por todo el mundo”.
“Álvaro del Portillo es para mí la imagen de un hombre bueno y fiel, y es una maravilla comprobar cómo una persona buena y santa es capaz de convocar a tantas personas de todo el mundo en un ambiente de familia y de fiesta espiritual. Aquí se palpa la universalidad de la Iglesia. Yo le estoy muy agradecido por su ejemplo”, dice Ignacio Gil, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia, que acudió con varios amigos.
Carlos y Mapi
coincidieron con una familia nigeriana de 9 hijos, y les impresionó cómo viven
la fe católica en un ambiente nada fácil. También les emocionó estar junto al
niño chileno del milagro: “Verle allí tan simpático y sonriente me puso los
pelos de punta.” Y añade que “hemos vivido una gran fiesta de toda la Iglesia
que nos ha recargado la batería para seguir luchando por vivir santamente el
día a día”.
Chimo Lleó, director del Colegio Mayor Universitario de la Alameda,
acudió con 40 voluntarios, alumnos de muchas carreras de todas las
universidades de Valencia: Poli, Literaria, CEU y Católica. “Estuvimos dos días
preparándonos (cursos de primeros auxilios, prevención de riesgos, etc). El
viernes tuvimos un ensayo general y estuvimos terminando de poner vallas y
repartir material en Valdebebas. El sábado y domingo fueron los días fuertes:
nos tuvimos que levantar a las 4:00 am. Nadie protestó y eso que estuvimos los
dos días desde esa hora hasta las 15:00 sin parar de trabajar. Algunos ni
desayunaron apenas ni pudieron tomar nada. Pero todo el mundo feliz de ver que
su esfuerzo había servido para que la gente se marchara feliz.”
“Sorprendió
a todos la cantidad de personas distintas que hubo que atender: jóvenes,
viejos, personas enfermas, matrimonios jóvenes, religiosos, etc. Todos muy
contentos. Y luego estaba también la diversidad de procedencias que obligó a
todos a sacar los mejores conocimientos de idiomas de cada uno: personas de Japón,
Polonia, Eslovenia, Francia, Irlanda, Guatemala, México, Congo, Portugal, Palestina,
Argentina, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Rusia, Corea,
Nigeria, etc. De todas las razas imaginables. Estuvimos con unos de Finlandia
en cuyo grupo venía un pastor luterano con su mujer con una gran ilusión por
estar presente en la ceremonia.”
Añade
que “el ambiente de piedad era tal que en nuestra zona cuando llegó el momento
de la consagración hasta los agentes de seguridad dejaron sus conversaciones e
incluso se dieron la paz entre ellos cuando llego el momento de hacerlo.”
Pablo
Piñas, voluntario del Colegio Mayor Universitario de la Alameda
El 28 de septiembre se celebró la Misa de acción de gracias por la beatificación. Ha tenido lugar en las mismas calles de Valdebebas
donde ayer se reunieron más de 200.000 asistentes a la beatificación. Muchos de
ellos volvieron a sus hogares en el mismo día para abaratar el viaje, pero hoy
todavía asistieron varias decenas de miles de personas.
Al inicio de la ceremonia
durante el Ángelus, el Papa Francisco desde Roma ha recordado la beatificación
que tuvo lugar ayer en Madrid y ha pedido que “el ejemplar testimonio cristiano
y sacerdotal del obispo Álvaro del Portillo suscite en muchos el deseo de
unirse siempre más a Cristo y al Evangelio”.
Oración
por las familias de todo el mundo unidos al Papa Francisco
Andrés Gil y Mamen con sus cinco hijos
Andrés Gil y Mamen con sus cinco hijos
Ante una asistencia formada
por familias de diversos países el prelado del Opus Dei les dedicó buena parte de su homilía. Lo hizo recordando la petición del Papa Francisco de rezar por la celebración de la III Asamblea General
Extraordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a la familia: “En este día,
que el Santo Padre Francisco dedica a la oración por la familia, nos unimos a
las súplicas de toda la Iglesia por esa comunión de amor, esa escuela del
Evangelio que es la familia”.
Mons. Echevarría se dirigió a
las familias para decirles: “el Señor os ama, el Señor se halla presente en
vuestro matrimonio, imagen del amor de Cristo por su Iglesia. Sé que muchos de
vosotros os dedicáis generosamente a apoyar a otros matrimonios en su camino de
fidelidad, a ayudar a muchos otros hogares a ir adelante en un contexto social
muchas veces difícil y hasta hostil. ¡Ánimo! Vuestra labor de testimonio y de
evangelización es necesario para el mundo entero”.
También quiso agradecerles:
“Ahora, damos gracias también a todos los padres y madres de familia que están
aquí reunidos, y a todos los que se ocupan de los niños, de los ancianos, de
los enfermos.”
La
muchedumbre de estos días testimonia la fecundidad de la vida de Álvaro del Portillo
El Prelado comenzó su homilía
refiriéndose a la ceremonia de beatificación celebrada el día anterior: “La
muchedumbre de estos días, los millones de personas en el mundo, y tantas que
ya nos esperan en el Cielo, dan también testimonio de la fecundidad de la vida
de don Álvaro”. Explicó que “no era propiamente una muchedumbre sino una
reunión familiar, unida por el amor a Dios y el amor mutuo. Este mismo amor
también se hace más fuerte hoy en la Eucaristía, en esta Misa de acción de
gracias por la beatificación del queridísimo don Álvaro, Obispo, Prelado del
Opus Dei”.
Álvaro
del Portillo transparentaba la misericordia divina con
su solidaridad con los más pobres y abandonados
Durante la Misa de acción de
gracias, Mons. Echevarría explicó que “mirando la vida santa de don Álvaro,
descubrimos la mano de Dios, la gracia del Espíritu Santo, el don de un amor
que nos transforma”. El prelado animó a que “los demás descubran en mi vivir la
bondad de Dios, como ocurrió en el caminar diario de don Álvaro: ya en este
Madrid tan querido, transparentaba la misericordia divina con su solidaridad
con los más pobres y abandonados”.
En continuidad con ese
espíritu solidario, las colectas de las misas de ayer y hoy se destinarán a
cuatro proyectos sociales que comenzó el nuevo beato
-La construcción de un
pabellón materno-infantil en el Niger
Foundation Hospital and Diagnostic Centre, en Nigeria, que favorecerá la
atención de 12.000 consultas anuales.
-Un programa para erradicar
la malnutrición infantil en Bingerville
(Costa de Marfil), que se destinará a 5.000 beneficiarios directos.
-Cuatro ambulatorios en el
área periférica de Kinshasa (República
Democrática del Congo), desde los que se ofrecerá asistencia sanitaria a 10.000
niños al año.
-Becas para la formación de
sacerdotes africanos en Roma.
Son algunos de los proyectos que promueve la ONG Harambee en 2014.
Al terminar la ceremonia los 3.500 jóvenes voluntarios colaboraron en la recogida de los materiales empleados para la ceremonia y en la limpieza de las calles.
Este simpático video de dos minutos de Juan Ezraty manifiesta bien el ambiente de alegría, agradecimiento y universalidad que se vivió esos días en Valdebebas:
Al terminar la ceremonia los 3.500 jóvenes voluntarios colaboraron en la recogida de los materiales empleados para la ceremonia y en la limpieza de las calles.
Este simpático video de dos minutos de Juan Ezraty manifiesta bien el ambiente de alegría, agradecimiento y universalidad que se vivió esos días en Valdebebas:
lunes, 8 de septiembre de 2014
La columna de hierro. Una gran novela sobre la vida de Cicerón
La columna de hierro. Taylor Caldwell. Ed. Maeva
Biografía novelada de
Marco Tulio Cicerón. Nacido en el año
106 y muerto en el 46 antes de Cristo, vivió en momentos de esplendor del Imperio Romano, cuando mentes lúcidas como la
suya ya intuían su inevitable declive, a
causa de la ambición y corrupción de la clase dirigente.
Antes de comenzar a redactar el libro, Taylor Caldwell
realizó junto a su marido un gran trabajo de documentación, que comenzó en 1947
con la traducción de todas las obras y correspondencia de Cicerón, conservadas
en el Archivo Vaticano. Empleó después un total de siete años en la redacción del
libro, que iba acompañada de un arduo trabajo de investigación
para recrear con detalle la vida y costumbres de la época.
Taylor ve un terrible paralelismo entre la historia de la República Romana y la de los Estados
Unidos de América (y de todo el Occidente
contemporáneo, podríamos añadir). El
menosprecio de las naciones a las normas
establecidas en la Pax Romana, que
pretendía un gobierno mundial conciliador, le parece muy
similar al desprecio actual a la letra
de la Carta de las Naciones Unidas.
Cicerón lo advirtió, con frase de Aristóteles: “Las naciones que ignoran la Historia están condenadas a repetir sus
tragedias”.
Fue el mejor jurista y abogado de Roma. Sus dotes oratorias, bien cultivadas durante años, eran espectaculares,
con un enorme poder de seducción. Sus famosos discursos contra Catilina,
verdaderas arengas a favor de la libertad,
están construidos con tal perfección que podría
repetirlos un político actual. “La libertad no significa aprovecharse de las
leyes con intención de destruirlas. No es libertad la que permite que el
caballo de Troya sea metido dentro de nuestras murallas y que los que vienen
dentro sean oídos con el pretexto de la tolerancia”.
Destacó además como escritor, poeta, filósofo, moralista y
político. Introdujo en Roma la savia de la filosofía griega. En un mundo en que
no estaba de moda la moral, trató
siempre de interrogarse acerca de la
bondad o maldad de los actos humanos, y especialmente de los actos de los
políticos, que deberían trabajar a favor del pueblo y tantas veces lo utilizan
para su propio provecho personal, con una retórica manipuladora y disfrazada de
palabras de democracia.
Defendió que los derechos
de los hombres están por encima de los del Estado, que la libertad nunca
debería ser amenazada por leyes perversas. Denunció y desafió a los dictadores
y el ansia de poder de los hombres malvados que se hacen con los recursos del
Estado. Murió asesinado precisamente por
orden del Estado, durante el triunvirato
de Marco Antonio, Octavio y Lépido. Los poderosos no
soportaban sus alegatos acerca de la necesidad de que el poder respete la ley:
“El poder y la ley no son sinónimos. La
verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición”.
El diálogo con la pragmática Terencia, su mujer, refleja el dilema de todo hombre honrado, que
prefiere mantenerse alejado de una política en la que sólo suelen triunfar los
más astutos o los que compran cargos: “La virtud, las dotes de mando o la
capacidad son cualidades que no cuentan para nada. Si sólo se hubiera de elegir
a hombres virtuosos y capaces, seguro que la mitad o más de los cargos de Roma
quedarían vacantes” (505). Denunció a los “políticos que retuercen la verdad
sobre sus adversarios y trabajan por difundir falsedades acusatorias hasta
convertir al inocente en culpable a los ojos del pueblo” (714): nihil novum sub sole!
Pero una frase de Pericles
pone el dilema en su punto justo: “No decimos que el hombre que no se interesa por la política se ocupa tan sólo de sus
propios asuntos. Lo que afirmamos es que no
tiene nada que hacer en este mundo”. (148) La política precisa de personas
honradas, dispuestas a sufrir si llega el caso el odio y la ingratitud de las
masas, manipuladas con tesón y constancia precisamente por quienes sólo buscan
en la política su propio provecho. (703)
Sus tratados sobre los deberes para con Dios y para con la
patria, especialmente De Republica,
continúan siendo citados dos mil años después de ser escritos. Igualmente
famosas son sus cartas a Ático, su
editor, quien supo valorar la calidad de sus textos: “edades aún por nacer serán las receptoras de tu
sabiduría y todo lo que has dicho y escrito
será una advertencia para naciones aún desconocidas”.
También se conserva una amplia correspondencia con Julio
César, gran amigo desde la infancia, aunque siempre hubo entre ellos una
relación de amor y odio. Cicerón conocía bien a César y no se fiaba de sus
intenciones. Sabía que era un trepador. César dijo de él con su cinismo
habitual: “Siempre querré a mi pobre
Marco (Tulio Cicerón), que jamás
cesó de buscar la virtud, sin comprender que no existe en este mundo”.
El ansia del Dios verdadero, patente en la obra de Cicerón, está muy bien reflejada en el libro. Cicerón
conoció el judaísmo y las profecías de la Sagrada
Escritura acerca de la venida del Redentor
del mundo. Sus escritos revelan que participó de la gran expectación universal que
estremeció en su época a hombres justos de
todas las naciones. Sentían próximo el Nacimiento
de un Salvador que devolvería al mundo su inocencia original, y rezaban al Dios desconocido que liberaría a la humanidad de la tiranía del mal y del pecado. “Ha sido prometido a todos los hombres que
tienen oídos para oír y alma para comprender” (725).
Conocía el texto de Sócrates:
“A los hombres les nacerá el Divino, el Perfecto, que curará nuestras heridas,
que elevará nuestras almas, que encaminará nuestros pies por el sendero
iluminado que conduce a Dios y a la sabiduría, que aliviará nuestras penas y
las compartirá con nosotros, que llorará con el hombre y conocerá al hombre en
su carne, que nos devolverá lo que hemos perdido y alzará nuestros párpados de
modo que podamos ver de nuevo la visión”. (420)
La lectura del libro de Job
le deslumbra. “El hombre no ha sido creado para que se compadezca de sí mismo
ante el Eterno y se describa como un ser débil. Fue creado para que él mismo
llegara a ser uno de los dioses. El hombre debería pasarse la vida agradeciendo
el don no merecido del alma y el cuerpo, de contemplar los tesoros que le
rodean aunque fuera solo mortal. Pero Dios nos ha prometido una vida inmortal”.
(473) No lo llegó a conocer, pero el gran acontecimiento, el Nacimiento del
Mesías esperado, sucedió al término de
sus días.
La obra de Taylor C. aporta conocimientos históricos muy de
agradecer por los no especialistas. La
contextualización y recreación de la vida en la Roma de la época está muy lograda.
Sorprende por ejemplo conocer que hace más de dos mil años Roma
ya disponía de periódicos diarios
(tres, rivales entre sí) y que eran utilizados para difundir propaganda,
también política. Julio César fue uno de sus columnistas más destacados.
Contiene elementos muy
válidos para aprender a juzgar sobre la
sinceridad de las palabras y gestos de quienes viven en o de la política. Sin
duda Caldwell escribe pensando en los males de nuestra
época, pero es respetuosa con el mensaje de Cicerón: “El político que promete puede estar seguro siempre de
contar con entusiastas seguidores”. Lacras de la vida pública como el recurso
al halago del pueblo y a la mentira no son de ahora. Y el riesgo que acecha siempre
al político honrado, que sufre incomprensión y es puesto bajo sospecha cuando sólo intenta hacer el bien: “Los hombres,
antes que creer la verdad, prefieren pensar mal de los otros hombres”. (697)
Junto a textos que hacen pensar, abundan también las ideas que cautivan y llenan de esperanza.
Así, el momento en que Cicerón recita una
poesía de Lucrecio a unos conocidos (“todo
fluye, nada permanece…”) y de pronto surge en su interior la visión de una
evidencia: no tiene sentido su angustia ante la lenta agonía de Roma. Puede
morir Roma, como han muerto otras muchas civilizaciones. Pero Dios permanece, permanecen sus planes
hacia la humanidad. Y por eso la irremediable ruina de Roma no debe ser motivo
para dejar de luchar contra el mal, porque los que luchan contra el mal son los
soldados de Dios, que permanece y vive siempre. Los impíos mueren, pero el
hombre persiste. (437)
Parece que Cicerón no acertó en sus dos matrimonios. Su
retrato de la mujer terrible refleja
una dura experiencia propia: “Meterá las narices en todos tus asuntos, te dará
consejos y te hará reconvenciones si no los sigues. Sabrá todo lo que haces. Es
dominante y tacaña y ella decidirá quiénes han de ser tus amigos. Vuestros
hijos serán de ella y no tuyos. Serás un verdadero esclavo de sus caprichos y
pronto te convencerá de que estás loco”. (485)
En suma: una obra valiosa, de lectura grata y enriquecedora. Vale
la pena.
lunes, 25 de agosto de 2014
Nubosidad variable. Comunicar, un problema esencialmente humano
Nubosidad
variable. Carmen Martin Gaite
Dos amigas se reencuentran después de años de separación a causa de agravios y malentendidos. Y entonces
comienzan a escribirse largas cartas en las que afloran las amarguras y traspiés
de sus años de separación, hilvanadas con recuerdos de los años felices en la
escuela.
Escrito con maestría, con momentos llenos de encanto y mucha
gracia a pesar de las situaciones dolorosas, es una buena muestra de la
sicología femenina. Quizá adolece de una perspectiva demasiado introspectiva,
llena de subjetivismo y falta de sentido trascendente en los
personajes.
Quizá el fondo de la novela es un tema eminentemente humano: la
necesidad de comunicación. ¡Cuántas
desavenencias son fruto de malentendidos que crecen a causa de nuestro silencio!
El amor propio, herido por agravios reales o imaginarios, nos encierra en un
amargo mutismo.
Hablar de lo que enfada, preguntar con sencillez el porqué de conductas
que aparentan desdén, decir con sinceridad lo que nos hiere, dar a conocer con transparencia los propios
sentimientos a los seres queridos. Hablar,
comunicarse: ese es el modo de evitar rupturas, antes de que se agríen y envenenen las
relaciones a causa de falsas suposiciones.
La necesidad de comunicación
atañe al ser mismo de la persona. Por eso es un tema clásico en los buenos
autores. Ver por ejemplo, entre los títulos comentados aquí, Donde
el corazón te lleve, de Susana Tamaro. O En
lugar seguro, de Wallace Stegner.
De otro modo, más informal y divertido, lo he visto tratado en la
película Last Holiday (Las
últimas vacaciones). La protagonista es una simpática pero inhibida dependienta. Al llegar al momento
trascendental de su vida se da cuenta de que hablar, expresar lo que llevamos dentro, lo que nos gusta o disgusta de quienes tenemos
cerca, es una necesidad vital, para uno mismo y para todos. Y declara: “Malgasté gran parte de mi vida estando en
silencio”.
Y se produce la metamorfosis: la inhibida dependienta comienza a decir las verdades a quien se le pone
delante. Y entonces sucede algo sorprendente: la comunicación sincera genera
confianza, atrae. Incluso cuando contiene verdades que duelen es un modo de
manifestar a los demás que les queremos, que deseamos su bien. Y lejos de
distanciar, esa sinceridad estrecha lazos. Y nos hace, a nosotros y a los demás,
mejores.
Un dato más a favor de Last
Holiday: la protagonista reza, se comunica con Dios, habla honda y a veces desgarradamente
con Él. Con palabras sencillas y normales, con una canción, a veces sólo con una
pregunta (¿Por qué?), o incluso sólo
un guiño simpático dirigido a Quien no sólo le escucha, sino que le sigue hasta
en los más pequeños pensamientos. Comunicación
de la mejor clase: en esa sí que no debemos fallar.
lunes, 18 de agosto de 2014
El regreso del hijo pródigo. Un maravilloso cuadro de Rembrandt
El regreso del hijo pródigo. Meditaciones sobre un cuadro de Rembrandt.
Henri J.M. Nouwen
Henri Nouwen (1932-1996), sacerdote católico holandés, fue profesor en varias universidades de Estados Unidos y en sus últimos años abandonó sus clases para trabajar como capellán en una institución dedicada a la atención de deficientes mentales.
Este libro
es la narración del impacto interior que le produjo la contemplación del famoso
cuadro de Rembrandt, en que aparecen
los personajes principales de la extraordinaria parábola de Jesús sobre el hijo
pródigo, recogida en el capítulo XVdel Evangelio de san Lucas. Retrata el momento del retorno: el Padre acoge con
un abrazo maternal al hijo, que vuelve sucio, arruinado y humillado, pero
arrepentido, al hogar del Padre, ante la mirada fría y desconfiada del hermano
mayor.
Con una valiosa erudición pictórica, Nouwen nos enseña a contemplar la
pintura, y a descifrar la propia experiencia vital de Rembrandt. La luz, los claroscuros y colores, los estudiados
ropajes, gestos y actitudes de cada
personaje, muestran una profunda
asimilación de la enseñanza que Jesucristo nos ha querido transmitir sobre el amor paternal de
Dios a cada persona. Es una magistral imagen de las consecuencias de nuestra
condición de hijos de Dios, en perfecta sintonía con la enseñanza de la Iglesia
católica sobre la filiación divina.
El autor se
fija primero en la imagen del hijo menor,
el que se marchó de la casa del Padre de manera destemplada y
desagradecida, hastiado de una vida aparentemente monótona, buscando independencia y placer. Ahora regresa en actitud
humilde y compungida, extraordinariamente interpretada por Rembrandt. Nouwen
extrae consideraciones que invitan a la reflexión personal, al contrastar la
propia conducta con la del personaje del cuadro.
Después
repara en el hijo mayor, en su rostro frío y distante, incapaz de participar de
la alegría del Padre por la vuelta del hijo descarriado. Su aparente dignidad,
propia de quien se ha mantenido junto al
Padre en su casa, está ensombrecida por
una heladora falta de comprensión y de afecto: no ha entendido todavía la
capacidad de perdón y de olvido de las ofensas que tiene el amor verdadero.
Y por
último, descubre al Padre, su actitud maternal, acogedora, benevolente,
dispuesta al perdón. En el Padre la alegría por el regreso del hijo arrepentido
es mucho más grande que el sentimiento de ofensa. Y en esa actitud Nouwen descubre el sentido de
su propia vocación, que es en el fondo el sentido de toda vocación cristiana: participar
del amor de Dios Padre por cada hombre, hacer sentir a cada persona que no está
sola, que se la quiere. Un amor que no conoce fronteras, siempre dispuesto a acoger y perdonar por
grandes que hayan sido los desprecios y ofensas recibidas.
Uno de los
autores que más ha profundizado en el amor paternal de Dios por los hombres, y
en el correspondiente sentido de la filiación divina, es san Josemaría Escrivá.
Por eso, un buen complemento de este libro es la homilía La conversión de los hijos de Dios, en Es Cristo que pasa, nº 64. Su comentario a este mismo pasaje del
Evangelio es, más allá de la mera contemplación del cuadro, una invitación a
sacar consecuencias operativas de la maravillosa realidad de nuestra condición
de hijos queridísimos de Dios.
Inserto este video en que el fundador del Opus Dei habla precisamente de la maravilla que supone un Dios siempre dispuesto a perdonar:
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