Manejar bien esa maravillosa herramienta de información y comunicación que es la red requiere aprendizaje.
Una buena educación, especialmente en la edad temprana, desde niños, garantiza formar personas capaces de sacar provecho de las inmensas oportunidades que ofrece la red, que saben navegar evitando esos escollos que provocan verdaderos naufragios en la maduración personal y en el logro de una vida feliz.
Porque las cifras de adicciones insanas van en aumento, y causan estragos: pérdidas de la capacidad de atención, fracaso escolar, incomunicación en la familia, autismo digital, acceso precoz a la pornografía...
Es un tema que afecta a padres de familia y educadores, pero también a muchos adultos, especialmente a los profesionales más expuestos a un uso continuado de la tecnología, como es el caso de periodistas y comunicadores.
De eso hablamos con Borja Lleó, de Interaxion Group, en uno de los habituales encuentros con periodistas en la Fundación COSO. Y estas fueron algunas de las conclusiones:
1. Hay que hablar con los hijos, desde muy pequeños, sobre el buen uso de la tecnología digital. Dialogar, razonar lo que es bueno y lo que no.
2. Autocontrol de los padres. El ejemplo es el mejor educador. Saber desconectar, crear espacios de serenidad, sin pantallas, en los que la familia se mira a los ojos y habla y conversa sobre cómo ha sido su día, sin interrupciones.
3. Descubrir los ideales que queremos para nuestros hijos, y mantener el rumbo. Lo que hacen los demás no es la referencia.
4. No aislarse para usar las pantallas. Trabajar con puertas abiertas, jugar juntos: evitar el aislamiento familiar.
5. Descubrir la oportunidad que hay detrás de cada conflicto ante requerimientos inoportunos de los hijos (edad para usar móvil, horarios de videojuegos...). Ceder es más fácil pero les hará a la larga más infelices.
6. Ayudar a experimentar la satisfacción que produce una atención continuada, tanto en el trabajo como en la atención a los demás. Porque la atención es como un deporte: se puede entrenar. Con entrenamiento será cada vez más profunda. Es con la atención en el trabajo donde mejor se realizan nuestros ideales, donde maduramos como personas. Dos plataformas muy recomendables sobre estas cuestiones: Empantallados y Commensensemedia. Muy recomendable también este manual sobre el Tsunami digital.
Novela de intriga, ambientada en la ciudad italiana de Bolonia. Un abogado sin muchos escrúpulos ejerce de lobista ante el Congreso de los Estados Unidos, al servicio de grandes intereses comerciales. Pero se pasa de listo en una de sus operaciones, cuando cae en sus manos un sofisticado programa informático, diseñado por jóvenes paquistaníes, que ha sido capaz de descubrir e interferir un poderoso y secreto sistema de satélites espía. Sus intentos de vender el programa simultáneamente a las principales potencias del mundo movilizan a los servicios secretos de todos los países involucrados, que emprenden la caza de los poseedores del programa. Comienzan los asesinatos. Entran en juego también los intereses cruzados de la CIA y el FBI, del ex-Presidente y del nuevo Presidente de los Estados Unidos. Nuestro abogado emprende una huída que le llevará a Bolonia. Pero la escapada no ha hecho más que empezar...
Una trama bien llevada, que atrapa. Quizá le sobran algunas páginas. Despierta el afecto hacia el abogado, a pesar de que no parece arrepentirse de su ambición pasada. Y despierta también el deseo de conocer la ciudad de Bolonia, el santuario de Nuestra Señora de san Luca... y la rica gastronomía de la comarca. Entretenida, para desengrasar.
He leído esta interesante reflexión de Rafael Rubio, experto en comunicación política e institucional, sobre el estilo de comunicación del Papa
Francisco. Un estilo en el que prevalece la apertura, y que ha dotado a
Francisco de una enorme capacidad de liderazgo a escala global.
Tras fijarse en la reciente conducta
comunicativa del Papa, Rubio extrae interesantes conclusiones, que pueden servir
a cualquiera que aspire a liderar empresas o instituciones, en cualquier
ámbito.
Subrayo algunas ideas:
-Francisco entiende que la
comunicación es un signo de humanidad, y por eso comunica con todos, se dirige
a todos.
-Francisco se sitúa más allá
de la simplista división entre conservadores y progresistas. Va al meollo de
las cuestiones, sabe distinguir entre lo esencial y lo accidental.
-Está convencido de que la fe
cristiana tiene mucho que aportar para resolver los problemas de la humanidad.
Por eso entiende que, para un cristiano, la comunicación es una exigencia,
porque la comunicación es una herramienta de transformación social.
-Marca con iniciativa su
propia agenda en la conversación global, no va a remolque de los
acontecimientos.
-Sus mensajes combinan
profundidad y sencillez gráfica, entran por los ojos. Verle el Jueves Santo lavando
los pies a reclusos en la cárcel de jóvenes de Roma lo dice todo.
-Transmite autenticidad:
arrastra porque hay coherencia entre lo que dice, lo que hace y lo que vive.
-En una época agitada y
difícil para la Iglesia, afronta con entereza dificultades, rechazos y
resentimientos, mostrando que parte importante de una buena comunicación es sembrar
esperanza.
Todo líder sabe que esa
visión esperanzada es vital, especialmente en momentos que requieren reformas.
Pienso que vale la pena leer
el artículo de Rafa Rubio con calma.
He disfrutado
de esta magnífica película justo después del último post sobre el misterioso poder de la música,
capaz de elevarnos a alturas insospechadas. Este documental, realista, vivaz y
sincero, lo corrobora.
La música no es
la protagonista del film. Pero está ahí. Porque la protagonista es una familia
que ama la música, y es capaz de cantar o tocar el órgano como los
ángeles, con esos armónicos que nos suben hasta las mismas puertas del cielo, y
parecen dejarnos a merced del Espíritu Santo.
Los
protagonistas son los propios miembros de la familia de David Arratibel.
Uno tras otro, en poco tiempo y cada uno por su cuenta, han descubierto la fe y
se han convertido. David, agnóstico y perplejo ante el fenómeno, se propone
indagar qué ha pasado, en qué consiste esa conversión.
Y le sale una
película fresca, llena de vida, que iba a ser de conversiones y
ahora es sobre todo de conversaciones. Porque los miembros de la
familia, por primera vez, hablan de la fe entre ellos. Y se nota que tenían
ganas de hacerlo, porque se quieren.
Es encantadora
la sencillez y vivacidad con que narran su experiencia. La hermana mayor,
María, es un prodigio de alegre espontaneidad. Y el cuñado, organista y
profesor de música, explica con sencillez y expresividad de artista ese proceso
inefable en el que el principal protagonista es Dios, que nos sale al
encuentro como quiere y cuando quiere. Y uno no tiene más que
aceptarlo. La pena para David es que “al Espíritu Santo no se le puede
grabar”.
Es una película
de conversaciones pendientes, esas que lastimosamente
eludimos, a saber por qué, y que lamentaremos no haber tenido cuando ya sea
imposible. El fruto es asombroso, porque el rodaje tiene el efecto de una
catarsis familiar, de la que mana un bálsamo que fortalece y une más a todos.
Gracias a la comunicación, al diálogo, a la conversación libre de
prejuicios y amigable.
David Arratibel
nos plantea lo absurdo de eludir hablar de religión entre los seres queridos.
Aunque se sea agnóstico o ateo. ¿Por qué da cierto sarpullido sacar el tema?
¿Es una invasión de la intimidad? Pero, ¿cómo no hablar de Dios si
resulta que existe? Y si existe, ¿no es una barbaridad no tenerlo en cuenta?
Ese modo de preservar la intimidad ¿no será otra forma de caer en la tiranía
del silencio sobre Dios, que es silencio sobre lo esencial? ¿Por
qué eres tan miserable de no haber querido hablar de esto con tu familia?
Muy reveladoras
las confidencias de la madre. Describe su equivocado itinerario, tras el Vaticano
II: pensó con buena intención, como otros muchos, que para ser “cristiana
comprometida” había que afiliarse a algún partido o sindicato, y “agitar”. Y
terminó “comprometida”, pero dejó de ser cristiana.
Significativas
también las presiones que recibió David, desde algunos rincones del mundo del
cine, para no hacer la película. “Si la haces, que sirva para ridiculizarlos o
meterlos en la cárcel”. “¿Cómo voy a hacerles eso, si son mi familia?”
Hay
persecuciones, ha recordado el Papa Francisco: también en forma de
“burlas que intentan desfigurar la fe y hacernos pasar por ridículos.”
Gracias a Dios,
Arratibel tiene buena pasta y no ha caído en ese juego sucio. Y nos ha dejado
una película que es una delicia de veracidad, respeto y buen hacer.
La Pasión
según san Mateo, de Juan Sebastián Bach, es una obra
maestra de la música de todos los tiempos. Muchos tenemos la costumbre de oírla cada año, en este
tiempo de Semana Santa, en el que todo invita a un silencio contemplativo ante
ese granmisterio de un Dios que nos ama tanto que ha querido manifestarnos su amor padeciendo hasta la muerte, y muerte de Cruz, para rescatarnos de la perdición en que vivíamos.
Si la música es el arte de ordenar sonidos y silencios para dotarlos de sentido, la Pasión según san Mate logra llenar de sentido la narración del Evangelio.
La música, con su melodía y sus silencios, capta nuestra atención y nuestra mente, alcanza nuestro interior, mueve nuestro estado de ánimo, y despierta en nosotros los mejores sentimientos al hilo del relato de la Pasión.
Las
arias me parecen sublimes. Permiten situar el corazón ante esa actitud de
adoración y contemplación, que despierta el deseo de devolver amor y consuelo a Quien tanto ha
querido padecer por nosotros.
Conmueve ese aria del perfume difundido, con la que comienza el relato del
Evangelio, que invita a derramar lágrimas que se extiendan como perfume
agradable de desagravio hacia el Amado Salvador.
El Amado Dios cae... para levantarnos a todos de nuestras caídas. Sufre, para enseñarnos la paciencia, para que cuando sin culpa suframos ultraje y burla sepamos que Él vengará la inocencia de nuestro corazón. "Por amor va a sufrir mi Salvador, aunque de pecado nada sabe..."
Y sobre todo, en un clima de esperanza, porque "Tu gracia y tu bondad son más grandes que mi pecado". Y de dulce aunque amargo consuelo, porque la Pasión redentora no acaba en la Muerte ni en el Sepulcro, sino en la Resurrección. "Amado inocente, poderoso, ante el que tiembla y teme el poder del mundo..."
"Reposa ya tranquilo, Jesús mío". Toda nuestra Redención se ha consumado.
Impresionante sesión anoche, en el Aula de Cuestiones de Actualidad Riublanch, abarrotada de asistentes, con el profesor Jorge Manuel Rodríguez, Presidente del Centro Español de Sindonología.
Este Centro, radicado en Valencia, se dedica al estudio científico multidisciplinar de las reliquias que se conservan de Jesucristo, especialmente de la Sábana Santa de Turín.
Aglutina a un nutrido equipo internacional de científicos punteros, que analizan las reliquias desde sus respectivas área de saber: historia, arqueología, botánica, física, literatura, gemología,... Sus investigaciones están realizadas con los equipos más sofisticados que permite la técnica actual.
Cada año los científicos descubren con asombro nuevas y precisas coincidencias entre las huellas de la Síndone y los relatos del Evangelio. Como dice el profesor Rodríguez, estas coincidencias avalan con fuerza inusitada una realidad que ya conoce todo historiador: el Evangelio es el documento antiguo mejor documentado de la historia.
¿Qué origen tiene la huella que aparece en el negativo de la Síndone, en la que podemos ver el rostro claro de un hombre torturado y crucificado hasta la muerte? No sólo el rostro: vemos la figura entera de un cuerpo, el anverso y el reverso.
Y no sólo podemos verlo. La imagen está plasmada con tal precisión y la historia ha dejado tantas huellas en la Sábana que podemos analizarla con técnicas y procedimientos actuales y obtener con detalle muchísima información: calidad y tipo de tejido, de qué época y lugar procede, a qué usos se destinaba ese tipo de tela; torturas y sufrimientos que padeció el hombre que fue envuelto en esa Sábana, nada más fallecer; cuál era su grupo sanguíneo (AB); de dónde proceden los restos de polvo que aparecen en las plantas de los pies, o los granos de polen impregnados en la Sábana; el origen de las quemaduras que aparecen en varios pliegues simétricos de la Síndone, o de los remiendos que a lo largo de los siglos se hicieron para una mejor conservación de la tela (detalles estos que junto a otros invalidan la tristemente famosa, por errónea, prueba del Carbono 14)
Científicos de la NASA, después de múltiples estudios, llegaron a la conclusión de que no es posible determinar el origen de la imagen, y de que ni la ciencia ni la técnica actuales son capaces de reproducir hoy una huella similar. Una huella que contiene tal información que incluso se puede obtener de ella una imagen tridimensional.
El profesor Rodríguez ha realizado también una importante tesis doctoral sobre las implicaciones histórico artísticas de la Sábana Santa. ¿Qué relación tiene la Sábana Santa con la iconografía sobre Jesucristo, con unos rasgos coincidentes que se extendieron por toda la cristiandad a partir del siglo VI? Sus conclusiones son sorprendentes.
Contemplar esa imagen serena, de un hombre que ha sufrido hasta la muerte, en la que es posible intuir el amor en su serenidad, invita a un silencio emocionado y agradecido. Especialmente en estos días de Semana Santa.
No es una cuestión de fe. Es un reto para la ciencia. Y quizá también un mensaje para las mentes descreídas de nuestro tiempo.
Incluyo aquí una sesión reciente del profesor Rodríguez en el Ateneo Mercantil de Valencia:
En 1980un periodista del Chicago Tribune, Lee
Strobel, emprendióuna cruzada personal
para intentar demostrar que Jesucristo era una figura mitificada y el
cristianismo una impostura.
Ateo
convencido, la religión en general, y el cristianismo en particular, le
parecían propios de una etapa del pensamiento humano felizmente superada. Mera
superstición. Por eso no pudo comprender que su mujer, Leslie, una persona
inteligente a la que amaba y con la que siempre se había entendido a la
perfección, un buen día le hablase de Jesús y de su deseo de abrazar la fe
cristiana.
Lee
Strobel no estaba dispuesto a permitir que “ese tal Jesús” se interpusiese en
su matrimonio. Pensó que alguien había engañado a su mujer, que le estaban robando su corazón. En vano se esforzó Leslie por hacerle entender que su amor,
lejos de disminuir, salía reforzado.
Strobel
se propuso demostrar a su mujer la sinrazón del cristianismo. Se dedicó a hacer
lo que todo buen periodista: investigar, contrastar fuentes y confrontarlas.
¿Quién era Jesús? ¿Qué podemos saber de Él? ¿Realmente hizo milagros? ¿Qué
pruebas tenemos?
Y
sobre todo, ¿qué pruebas hay de que resucitara? ¿Por qué tantos miles de
millones de personas lo han creído, entre ellas algunas de las mejores cabezas
de la humanidad, hasta el punto de renunciar a la vida antes que a su fe en
Jesús?
Durante
meses dedicó buena parte de su tiempo a entrevistarse con los mejores
científicos. Historiadores, arqueólogos,
especialistas en Sagrada Escritura y en lenguas orientales, expertos en estilos
literarios, juristas. ¿Son creíbles los relatos del Evangelio? ¿Qué datos históricos
avalan lo que allí se cuenta?
Entrevistó
a expertos en medicina forense. ¿Realmente murió Jesús? ¿No podría haber
sobrevivido al castigo de flagelación y crucifixión, y por tanto ser un mito su
resurrección? ¿En qué consistió realmente su Pasión?
Lo
que descubría le iba llenando de
asombro. Datos científicosdaban más y
más credibilidad al Evangelio.Era tal
el torrente de evidencias, que llegó a la conclusión de que hacía falta más fe para seguir
siendo ateo que para aceptar a Jesús y su doctrina. Saltaron por los aires sus
prejuicios.
Dio
el paso definitivo al leer un pasaje del Evangelio de san Juan: “Mas
a todos los que le recibieron (…) les dio potestad de llegar a ser hijos
de Dios” (Jn 1, 2). Y se dio cuenta de que no se trataba de adherirse a una
idea: el cristianismo consiste esencialmente en aceptar y acoger a una Persona.
Y
contra todo pronóstico Lee Strobel se convirtió al cristianismo. Decidió publicar
sus investigaciones en un libro que ha arrasado en ventas: “El caso de Cristo.
Una investigación exhaustiva”. En ese libro está basada la película, que tiene también el acierto de mostrar una síntesis clara de argumentos y evidencias.
No
nos tiene acostumbrados la industria del cine a películas en las que los protagonistas se plantean
la pregunta sobre Dios. Mas bien nos suele mostrar personajes fríos, descreídos, autosuficientes,
que viven como si Dios no existiera. Gente intrascendente, en el sentido pleno
de la palabra: que vive como si todo se acabara con la muerte.
Pero
la vida real no es así. Dios está presente en la vida de las personas. Podemos
actuar como si Dios no existiese, pero sabemos que tarde o temprano nos
va a salir al encuentro. Qué pena dejarlo para el final. Y sobre todo, cuánto
nos perdemos por el camino.
Hay
conversiones. La gente reza,habla con
Dios.Le busca, indaga con su
inteligencia en tantas huellas que Dios nos ha dejado para que le encontremos,
porque la fe es razonable. El caso real
del periodista Lee Strobel nos muestra que una de esas huellas, quizá la más
importante, es la del amor. Un cariño humano, imagen del amor divino, bien
alejado del estereotipohistérico o fanático
con que Hollywood a veces falsea lo cristiano.
El
caso de Cristo es una película de buena factura, dirigida por Jon Gunn, con actores
creíbles, y buen guión de Brian Bird. Pero sobre todo tiene el valor de que cuenta un hecho real, sucedido
a personas reales. No es apologética. Es sencillamente "lo que está pasando".
Buen
trabajo de Dreams Factory al traer a España este tipo de películas que, en lugar violencia, zafiedad o trepidante nadería, aportan valor al público, haciéndole aflorar
los mejores y más humanos sentimientos.