miércoles, 8 de agosto de 2018
Eugénie Grandet. Honoré de Balzac
martes, 7 de agosto de 2018
Huid del escepticismo
Huid del escepticismo. Una educación liberal como si la verdad contara para algo.
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La propuesta de Derrick es lo que denomina educación liberal, en la que se estimule a la persona a desarrollarse de la manera más completa posible: leer mucho, pero no cualquier cosa, sino lo bien informado y sensible; apreciar el arte; entender algo de la historia del mundo y sus problemas.
Una persona así tendrá muchas simpatías y espíritu tolerante, y sabrá dar a las cuestiones públicas o políticas salidas distintas a las del simple prejuicio o interés particular, esos prejuicios que difunden con ahínco digno de mejor causa algunos hombres públicos.
Una persona educada con ese espíritu liberal, apunta Derrick, tendrá cierta facilidad en las difíciles artes de leer, pensar y escribir -tan relacionadas, y tan escasas en nuestros estudiantes hoy-, y será alguien con quien valga la pena conversar, porque dispondrá de esos recursos interiores que admiramos en un espíritu cultivado. Y tendrá valores propios que aportar al conjunto social.
Todo un reto para los verdaderos educadores.
martes, 12 de junio de 2018
El precio a pagar.
jueves, 24 de mayo de 2018
Seis ideas para educar el uso de internet
Manejar bien esa maravillosa herramienta de información y comunicación que es la red requiere aprendizaje.
Una buena educación, especialmente en la edad temprana, desde niños, garantiza formar personas capaces de sacar provecho de las inmensas oportunidades que ofrece la red, que saben navegar evitando esos escollos que provocan verdaderos naufragios en la maduración personal y en el logro de una vida feliz.
Dos plataformas muy recomendables sobre estas cuestiones: Empantallados y Commensensemedia. Muy recomendable también este manual sobre el Tsunami digital.
viernes, 4 de mayo de 2018
El intermediario
John Grisham. Ediciones B
Pero se pasa de listo en una de sus operaciones, cuando cae en sus manos un sofisticado programa informático, diseñado por jóvenes paquistaníes, que ha sido capaz de descubrir e interferir un poderoso y secreto sistema de satélites espía.
Sus intentos de vender el programa simultáneamente a las principales potencias del mundo movilizan a los servicios secretos de todos los países involucrados, que emprenden la caza de los poseedores del programa. Comienzan los asesinatos.
Entran en juego también los intereses cruzados de la CIA y el FBI, del ex-Presidente y del nuevo Presidente de los Estados Unidos. Nuestro abogado emprende una huída que le llevará a Bolonia. Pero la escapada no ha hecho más que empezar...
Una trama bien llevada, que atrapa. Quizá le sobran algunas páginas. Despierta el afecto hacia el abogado, a pesar de que no parece arrepentirse de su ambición pasada. Y despierta también el deseo de conocer la ciudad de Bolonia, el santuario de Nuestra Señora de san Luca... y la rica gastronomía de la comarca.
Entretenida, para desengrasar.
viernes, 13 de abril de 2018
Lecciones de comunicación del Papa Francisco
martes, 10 de abril de 2018
Converso
Converso. Un conmovedor film de David Arratibel
He disfrutado
de esta magnífica película justo después del último post sobre el misterioso poder de la música,
capaz de elevarnos a alturas insospechadas. Este documental, realista, vivaz y
sincero, lo corrobora.
La música no es la protagonista del film. Pero está ahí. Porque la protagonista es una familia que ama la música, y es capaz de cantar o tocar el órgano como los ángeles, con esos armónicos que nos suben hasta las mismas puertas del cielo, y parecen dejarnos a merced del Espíritu Santo.
Los
protagonistas son los propios miembros de la familia de David Arratibel.
Uno tras otro, en poco tiempo y cada uno por su cuenta, han descubierto la fe y
se han convertido. David, agnóstico y perplejo ante el fenómeno, se propone
indagar qué ha pasado, en qué consiste esa conversión.
Y le sale una
película fresca, llena de vida, que iba a ser de conversiones y
ahora es sobre todo de conversaciones. Porque los miembros de la
familia, por primera vez, hablan de la fe entre ellos. Y se nota que tenían
ganas de hacerlo, porque se quieren.
Es encantadora
la sencillez y vivacidad con que narran su experiencia. La hermana mayor,
María, es un prodigio de alegre espontaneidad. Y el cuñado, organista y
profesor de música, explica con sencillez y expresividad de artista ese proceso
inefable en el que el principal protagonista es Dios, que nos sale al
encuentro como quiere y cuando quiere. Y uno no tiene más que
aceptarlo. La pena para David es que “al Espíritu Santo no se le puede
grabar”.
Es una película
de conversaciones pendientes, esas que lastimosamente
eludimos, a saber por qué, y que lamentaremos no haber tenido cuando ya sea
imposible. El fruto es asombroso, porque el rodaje tiene el efecto de una
catarsis familiar, de la que mana un bálsamo que fortalece y une más a todos.
Gracias a la comunicación, al diálogo, a la conversación libre de
prejuicios y amigable.
David Arratibel
nos plantea lo absurdo de eludir hablar de religión entre los seres queridos.
Aunque se sea agnóstico o ateo. ¿Por qué da cierto sarpullido sacar el tema?
¿Es una invasión de la intimidad? Pero, ¿cómo no hablar de Dios si
resulta que existe? Y si existe, ¿no es una barbaridad no tenerlo en cuenta?
Ese modo de preservar la intimidad ¿no será otra forma de caer en la tiranía
del silencio sobre Dios, que es silencio sobre lo esencial? ¿Por
qué eres tan miserable de no haber querido hablar de esto con tu familia?
Muy reveladoras
las confidencias de la madre. Describe su equivocado itinerario, tras el Vaticano
II: pensó con buena intención, como otros muchos, que para ser “cristiana
comprometida” había que afiliarse a algún partido o sindicato, y “agitar”. Y
terminó “comprometida”, pero dejó de ser cristiana.
Significativas
también las presiones que recibió David, desde algunos rincones del mundo del
cine, para no hacer la película. “Si la haces, que sirva para ridiculizarlos o
meterlos en la cárcel”. “¿Cómo voy a hacerles eso, si son mi familia?”
Hay
persecuciones, ha recordado el Papa Francisco: también en forma de
“burlas que intentan desfigurar la fe y hacernos pasar por ridículos.”
Gracias a Dios,
Arratibel tiene buena pasta y no ha caído en ese juego sucio. Y nos ha dejado
una película que es una delicia de veracidad, respeto y buen hacer.