Con Nigeria «en cuerpo y alma»
29.04.12 - 00:44 - La Verdad
EDUARDO RIBELLES | CARTAGENA.
Diego de Jódar y José Manuel Machimbarrena ayudan a progresar a la comunidad de Enugu, en el sur del país, con su duro trabajo diario
El médico secuestrado y un cura, ambos cartageneros, relatan su labor africana
«Nigeria es uno de los países con mayor tasa de mortalidad infantil y maternal, con casos de polio, diabetes, tensión alta, malaria, Sida y, en fin, de todo». Diego de Jódar refleja para 'La Verdad', el ambiente en el que se mueven cada día tanto él como el doctor José Manuel Machimbarrena, ambos cartageneros. Y descubre así un escenario que permanece lejano y oculto para sus paisanos,y que solo salió circunstancialmente a relucir con el secuestro y posterior liberación del médico hace unos días. Pero en centroáfrica, la vida sigue y su labor, también.
Machimbarrena llegó mucho antes que De Jódar y se estableció en Enugu, al sur del país. Su vocación le llevó a trabajar profesionalmente como médico, pero su pertenencia al Opus Dei desde muy joven le impulsó a estar en contacto con proyectos de ayuda a los demás. Por eso vivió el germen de la creación del Niger Foundation Hospital (NFH). «Fue tras una visita, en 1989, del prelado Álvaro del Portillo», recuerda De Jódar. En aquel viaje «animó a la gente del Opus Dei a complicarse la vida para hacer más por la gente necesitada» de atención médica».
Machimbarrena accedió a complicársela, relata De Jódar. Y colaboró desde el principio en lo que era tan solo un pequeño 'bungalow' que luego fue a más y ahora es un edificio más amplio con terreno para crecer. Dispone de unas 50 camas, pero goza de bastante prestigio en la ciudad y los alrededores. Hay gente que acude de Lagos, la capital, a 500 kilómetros «porque resulta más barato y les inspira más confianza que otros centro», indica De Jódar.
Allí es donde Machimbarrena se gana la vida cdesde hace más de dos décadas y adonde llegó De Jódar como capellán algo después. «Ya había estado en Kenia en lo mío: hacer de cura, y llegue a la Enugu a predicar», recalca. Pero en un país donde las necesidades espirituales no se pueden desligar de las terrenales, «no puede uno hacer distinciones. Si quieres ayudar a las almas, tienes que ayudar a los cuerpos».
Así que De Jódar y Machimbarrena trabajaron codo con codo durante años, cada uno en su parcela, pero colaborando en un mismo espacio en la atención a los africanos. Contaron para ello con una comunidad de miembros del Opus Dei que se fue haciendo más amplia entre los lugareños. «Y así creamos un grupo de personas que se volcaron en ayudar, desde su profesión y sin amateurismos», rememora De Jódar. También han estado siempre amparados en la distancia por agrupaciones de la Obra como el Club Estay de Cartagena, con el que De Jódar mantiene un estrecho contacto.
La educación de la mujer
Con el tiempo, De Jódar decidió ampliar horizontes creando su propia parroquia mientras Machimbarrena luchaba cada día por el progreso del hospital, convertido en un centro de referencia para todo el país.
De Jódar colaboró en el crecimiento de la escuela de hostelería Lantana. «No todo el mundo puede ir a la universidad, y una solución es esta escuela para chicas que han acabado la enseñanza secundaria y pueden aprender un oficio que les permita abrir un restaurante o trabajar en un hotel o un hospital», indica. Y cuando lo consiguen, no se separan de su familia. Su relación es estrecha y se ayudan unos a otros para salir juntos adelante. «Lo importante es que proyectos como el de esa escuela prosperen sin depender únicamente de los occidentales. Es básico formar a la gente de aquí para ello», dice De Jódar.
La serpiente 'Luego-es-tarde'
Tanto el sacerdote como Machimbarrena siguen en contacto, pero el sacerdote vive desde hace cinco años en un pequeño pueblo del mismo estado de Enugu, Aguobu Iwollo. Partiendo de un simple seminario en una casa, pasó a conseguir un solar para una clínica. «Y si en las ciudades es necesario contar con nuevos centros, más todavía lo es en los pueblos. Un ejemplo son las serpientes, una de las cuales se llama 'Luego-es-tarde' en la lengua local, por lo que es básica la atención inmediata. Otro, las vacunaciones, que reducen la mortalidad infantil radicalmente», relata De Jódar.
La última conquista en Aguobu Iwollo fue la de montar tuberías a partir de una represa de un río cercano para tener agua potable. «Tuve que hacer de fontanero, rememorando la labor de mi padre», cuenta.
Las penalidades no son pocas, pero la recompensa lo merece, rela Diego. «A la comida, el clima y la vegetación de acostumbras», indica de pasada, para quedarse de largo con las cosas buenas, «El sentimiento de familia y la maravillosa hospitalidad son de lo que más echo de menos cuando vuelvo a España de vez en cuando», asegura. Por eso, tanto él como José Manuel son ya parte de África. En cuerpo y alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario