Africanus, el hijo del cónsul. Las legiones malditas. La traición de
Roma.
Fantástica trilogía de Santiago Posteguillo
Fantástica trilogía de Santiago Posteguillo
El
reciente premio Planeta otorgado a Santiago Posteguillo me lleva a reseñar esta otra fantástica trilogía, en la que el escritor valenciano recrea, con maestría y
gran respeto a los datos históricos, la vida de Publio Cornelio Escipión y su
rival, el general cartaginés Aníbal. Ambos lideraron los ejércitos de Roma y
Cartago, enfrentados en el siglo III antes de Jesucristo en una guerra sin
cuartel por la hegemonía del mundo conocido.
Santiago Posteguillo
Posteguillo
logra zambullirnos en la narración con su detallada y verosímil recreación de
lugares y costumbres. Nos permite asistir a conversaciones íntimas en el seno de
una familia romana, a las exquisitas lecciones que recibía Escipión niño de sus maestros griegos, a sesiones en el Senado romano, a las intrigas
y traiciones políticas, a las grandes batallas
que decidieron el devenir de nuestra civilización.
Nos aporta también un conocimiento detallado de la geografía y de los lugares claves donde sucedieron los hechos más importantes de aquel momento histórico. Para los valencianos tiene un sabor especial la estupenda recreación del asalto cartaginés a Sagunto.
Aníbal en el paso de los Alpes
La
trama nos permite cruzarnos con personajes de la cultura y la política
del momento. Singularmente bien recreada la figura del poeta y dramaturgo Cneo Nevio, que combatió en la primera guerra púnica. Esos personajes dan
perspectiva y relieve a los hechos centrales del relato.
Cneo Nevio, dramaturgo romano
De
la mano de todos ellos, percibimos la cultura propia de la época, la manera de
pensar de los protagonistas, que determinaba sus pautas de conducta. Así, Cneo
poseía “… el típico cinismo propio de
alguien a quien la vida había transformado en un gran escéptico.”
Aun
en medio de unas costumbres brutales, Posteguillo
no olvida resaltar a lo largo del libro el aprecio a valores y virtudes humanas.
Aquellos hombres conocían y apreciaban el valor de la lealtad
y la amistad, que en ocasiones brillan justo por su ausencia o por el vicio contrario.
Publio Cornelio Escipión
Así, las reflexiones, procedentes de la Ética a Nicómaco, de Aristóteles, sobre el valor de la amistad. Hay
tres motivos, nos dice, por los que los hombres se quieren y se hacen amigos: la utilidad,
la atracción y la simpatía espiritual. Los dos primeros lazos son transitorios,
porque su fundamento es la utilidad o la atracción, y no se quieren por ellos
mismos sino por utilidad o placer, que son pasajeros. La simpatía espiritual es
el verdadero comienzo de la amistad, aunque todavía no sea amistad.
La
amistad se basa “en el carácter y las
virtudes de los que son iguales entre sí”. Si son buenos, buscan el bien el uno
para el otro. Tal cosa requiere tiempo y trato, hasta que cada uno se haya
mostrado al otro digno de cariño y la confianza se haya confirmado…
Y la
importancia de escuchar los consejos de un buen amigo: “Aquel cuyos oídos están tan cerrados a la verdad hasta el
punto que no puede escucharla de boca de un amigo, puede darse por perdido.”
Queda
patente también la grandeza de ánimo y fortaleza de los héroes, que saben sobreponerse
en momentos de debilidad, cansancio o enfermedad: “Publio ensanchó el pecho
mientras andaba. No debía dar sensación de desánimo ante sus legionarios.
Cuando paseaba por la ciudad o entre sus tropas era el centro de las miradas.
Su apariencia, su porte, su seguridad, eran importantes.”
Pero
ni siquiera los héroes son inmunes a los vicios. Les acecha la ridícula
tentación de la vanidad: “Nadie es inmune a la vanidad vacua del éxito
continuado.”
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La
trilogía está narrada con maestría, se lee de un tirón y deja con ganas de más.
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