Jesús de Nazaret. La
infancia. Joseph Ratzinger
Genealogía de Jesús, Dios
hecho hombre
He releído La Infancia de
Jesús, última publicación de la trilogía sobre Jesús de Nazaret de Joseph
Ratzinger. Sabroso. A cada paso, nuevas luces. Es un don que tienen las obras
del papa emérito Benedicto XVI: su potencia intelectual abre nuestra mente,
iluminando con luces nuevas verdades de las que hasta ahora habíamos captado
apenas la superficie.
Especialmente me han
impactado sus reflexiones sobre la pregunta por el de dónde viene Jesús, y las respuestas que se
nos dan en el Evangelio.
Benedicto se fija en el
significado de las diversas genealogías que
los evangelistas nos presentan, de modos diversos pero con significados ricos y
complementarios.
Tras el pecado original el
hombre se convirtió en una bestia, se nubló su capacidad de distinguir el bien
y se debilitó su voluntad de realizarlo. La Encarnación del Verbo es una verdadera nueva
creación del hombre, a la que Dios nos invita: es preciso renacer de nuevo, y
eso es lo que hacemos en el Bautismo.
Del mismo modo que somos
herederos del pecado original de nuestros padres, por el Bautismo heredamos
desde el primer momento de nuestra existencia el nacimiento a la nueva creación
obrada por el Espíritu Santo, que en Jesucristo nos hace hijos de Dios en un
grado más alto que antes del pecado original: es una verdadera nueva creación.
Explica Benedicto que los
evangelistas Mateo y Lucas presentan la genealogía de Jesús de modos diferentes,
pero complementarios. Buscan el número simbólico de 70 ascendientes, porque 70 significa
plenitud: Jesús, al nacer, acoge y hace suya a la humanidad entera.
Mateo, tras mencionar a
cada uno de los ascendientes varones con la fórmula “engendró a…”, da un
quiebro al llegar a José y, contra lo usual, menciona a la Madre: “… José, esposo
de María, de la cual nació Jesús…” Y es que en María aparece algo nuevo, se
inaugura una nueva creación, obrada por el Espíritu Santo, que da un rumbo
nuevo y decisivo a la humanidad.
Con Jesús nace un modo
nuevo de ser persona, al que se nos invita a sumarnos. Jesús es hombre, es uno
de los nuestros. Pero es también Dios, que se ha hecho uno de nosotros para que
también nosotros tengamos acceso a esa vida nueva. “He aquí que Yo hago nuevas
todas las cosas.”
Tampoco es anecdótico que
en la genealogía de Jesús aparezcan los nombres de 4 mujeres. ¿Por qué
aparecen? Algunos, dice Benedicto, han dicho que les une su condición de
pecadoras. Pero no, les une sobre todo su condición de gentiles, no pertenecientes
al pueblo de Israel. Ahora la Nueva Ley ya no es solo para el pueblo elegido,
sino para la humanidad entera.
Juan no recoge ninguna genealogía,
pero comienza su evangelio con la respuesta a la pregunta clave sobre Jesús:
¿de dónde viene? Es la misma pregunta que le hará Pilato: ¿De dónde eres tú? La
misma que se hacen los judíos: “¿De dónde ha salido este, pues conocemos a sus
padres y parientes? ¿No es el hijo de José, el artesano?”
Es a esa pregunta a la que
responde Juan al comienzo de su Evangelio: “En el Principio ya existía la
Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios… Y se hizo
carne, y acampó (levantó su tienda) entre nosotros.”
El hombre Jesús, dice
Ratzinger, es el acampar el Verbo entre nosotros. Su existencia humana es la
tienda del Verbo. Y la tienda es el lugar del encuentro. Su de dónde es el
principio mismo, la causa primera de todo, la luz que hace del mundo un cosmos.
Viene de Dios, es Dios mismo que viene a inaugurar un nuevo modo de ser persona.
“A cuantos le recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido
de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.” (Jn 1, 12 ss).
Quien cree en Jesús entra por
la fe en el origen personal y nuevo de Jesús, recibe ese origen como suyo
propio, entra en el origen de Cristo. Por Cristo, mediante la fe en Él, ahora
hemos sido generados de un modo nuevo por Dios, entramos en comunión con Él.
Ahora también nuestra
genealogía se ha interrumpido, como la de Jesús al llegar a José. Ahora nuestra
verdadera genealogía es la fe en Jesús, que nos da una nueva proveniencia, nos
hace nacer de Dios.
Como Él, ahora vivimos por obra del Espíritu Santo. Aunque
mantengamos nuestra genealogía humana y mortal, tenemos esa otra, que hemos de
guardar como se debe guardar la dignidad de la realeza. Ahora somos hijos de
Dios.
Vale la pena leer el
original de Joseph Ratznger. Releerlo con calma. A veces exige un esfuerzo
especial de atención para no perder el hilo. Pero el esfuerzo tiene sobrada
recompensa.
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