Lluís Fornés. La Valéncia
Occitana. Ed Ajuntament de Valencia
Ensayo sobre los orígenes de la lengua y cultura
valenciana, que el autor sitúa en el Languedoc francés. La lengua de Oc,
afirma, avanzó lentamente hacia Valencia con la reconquista, que discurría sobre
todo por la Cataluña occidental y Aragón.
En su avance los reyes de Aragón contaron con un
fuerte apoyo de caballeros franceses con sus huestes, y tras ellos de
repobladores francos. Según crónicas árabes, citadas por Pilar García Mouton, sólo en el sitio y toma de Zaragoza
en 1118 intervinieron 50.000 francos, convocados por el rey Alfonso I el
Batallador. Muchos de ellos fueron asentándose en territorios conquistados, y
ellos y sus descendientes bajaban hacia el sur en busca de lugares más ricos y
fértiles.
La lengua de Oc estaba fuertemente asentada en la corte del rey Don Jaime, ya que él mismo nació y pasó sus primeros años en Montpellier, y tuvo el occitano como lengua materna. Su madre era María de Montpellier.
Desde el rey don Jaime de Aragón hubo entre Valencia y
Occitania (La Provenza, Tolosa, Limoge,...) unos lazos muy fuertes, en directo,
al margen de Cataluña. Por ejemplo, según estudios, los antepasados de
Ausias March procedían de Marsella, y como otros muchos compatriotas fueron
estableciendo posesiones más al sur a medida que avanzaba la reconquista
cristiana. Ausias habría nacido en una ciudad de Aragón, y se crió en las
posesiones heredadas por su padre entre Gandía y Beniarjó.
Fornés sitúa el origen del catalanismo, que defiende que el valenciano procede del catalán, en una
invención interesada de la Renaixença barceloní del siglo XIX, con fines
político-económicos, para extender su área de influencia en la península. La
teoría catalanista se ha extendido desde entonces en territorios
valencianos, apoyada tanto por un empeño constante de la burguesía catalana,
que ha sabido instrumentar apoyos políticos y no ha escatimado medios
económicos, como por uno de los defectos colectivos de los valencianos: la
dejadez o meninfotismo hacia los asuntos propios.
El hermanamiento entre los pueblos es más fructífero
cuanto más cuidado pone cada uno en conocer y cuidar sus propias raíces. Es de
las raíces de donde surge la identidad, y con ella los valores que puede
aportar al conjunto. Hacer tabla rasa acaba siendo empobrecedor para todos.
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