En torno al hombre. José Ramón Ayllón. Ed. Rialp
Del mismo modo que la
semilla sólo puede germinar si encuentra buena tierra, la verdad sólo puede ser
reconocida y aceptada por una persona habituada a buscar el bien y rechazar el
mal.
Esta luminosa
consideración está expuesta, con palabras similares, en el magnífico libro En
torno al hombre, del profesor y escritor José Ramón Ayllón. Fue su primer libro.
Contiene su experiencia de años de docencia, dedicada a exponer las grandes
cuestiones de la vida a sus alumnos, deseosos de conocer qué es la
metafísica, qué misteriosa relación existe entre la ética, la estética y la
felicidad, si la política puede estar o no al margen de la verdad y del bien.
Entre esos grandes
temas de la existencia humana, Ayllón aborda el subjetivismo, un lacra constante
en la historia del hombre que reaparece con fuerza en nuestros días.
“El subjetivismo
deforma las cuestiones más graves: el terrorista está convencido de que su
causa es justa; la mujer que aborta quiere creer que sólo interrumpe el
embarazo; el Estado totalitario se autodenomina Democracia Popular…”
Todo
lo malo que ha ocurrido en el mundo, desde Adán, puede justificarse con buenas
razones, decía Hegel. Y es que la verdad –adecuación entre el entendimiento y la realidad-
depende más de lo que son las cosas que del sujeto que las conoce. Eso quiere
significar Antonio Machado con sus versos: “¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven
conmigo a buscarla.”
El subjetivismo, señala
Ayllón, es casi siempre la coartada para una conducta deliberadamente
equivocada. Dante lo expresa bien en la Divina Comedia: “Un mal amor me hizo
ver recto el camino torcido.”
Sócrates representa al
hombre aislado por defender verdades éticas fundamentales. La mentira –que se
puede imponer de muchas maneras, y no solo con la complicidad de los modernos y
grandes medios de comunicación social-
la mentira mil veces repetida es capaz de aislar al hombre honrado. Así
dijo Socrates: “Sí, atenienses, hay que defenderse y tratar de arrancaros del
ánimo (…) una calumnia que habéis estado escuchando tantos años de mis
acusadores (…) Intrigantes, activos, numerosos (…) os han llenado los oídos de
falsedades…”
Pertenece Sócrates a
esa clase de hombres apasionados por la verdad e indiferentes a las opiniones
cambiantes de la mayoría. Comprometió su vida en la solución del problema
radical: ¿es preferible equivocarse con
la mayoría, o tener razón contra ella?
Manipular
es presentar lo falso como verdadero, lo negativo como positivo, lo degradante
como beneficioso. El poder económico y el político usan
la manipulación para convertir a las personas en súbditos-votantes o en
consumidores-compradores.
El “Pan y circo” de los
romanos fue quizá el primer ensayo de manipulación de masas con éxito,
sirviéndose del anzuelo de la diversión y del placer para convertir al hombre
en pobre hombre. “La manipulación de la
sexualidad es uno de los ejemplos más claros: los grandes medios de
comunicación, dedicados a imponer la idea de que el placer sexual es el
auténtico fin del hombre. Suministrar suficiente dosis de carne para animalizar el interés de las personas,
y así, reducidos a un rebaño, manipularlas más fácilmente. Lenin prometió a los dictadores comunistas que la sociedad caería
en sus manos como fruta madura si lograban este tipo de corrupción, que
convierte en rebaño a los hombres libres.”
Para hacer frente a tanta manipulación, es preciso educar en el
espíritu crítico, que es lo más opuesto a cierta pereza mental que el poder
parece querer imponer en la escuela. Lo expresaba bien Paul Valery: “La verdad está
siempre en la oposición”. No debemos aceptar nada porque nos lo digan. La verdad
debe instalarse en nuestro espíritu merced a nuestro propio esfuerzo. Los
jóvenes deben aprender a valorar lo que se les ofrece a la luz de su conciencia
bien formada.
El escritor ruso Alexander Soljenistyn, como millones de seres humanos en el siglo pasado y aún en nuestros días, sufrió en su propia carne lo que supone vivir en un régimen instalado en el subjetivismo y la mentira: “Es más difícil hacer surgir la verdad que inventar la mentira (…) La primera regla para todo el mundo es no aceptar la mentira. Decir la verdad es hacer que renazca la libertad. Sin tener en cuenta las presiones, los intereses, los modos. Decir lo que se sabe, ser veraz, repetirlo. Y si algunos se encogen de hombros, repetirlo una vez más. Los que se encogen de hombros al oír el relato de una tragedia de esta magnitud son, consciente o inconscientemente, cómplices de los verdugos.”
La tragedia a la que se refiere Soljenistyn, como es sabido, es la catástrofe humanitaria causada por el terror del régimen comunista en la Unión Soviética. La mentira, cuando se instala en el poder, devora al hombre. Sólo la verdad nos hace libres.
Una docena de reediciones
acreditan el interés de este libro: no sólo por la
calidad de cuanto expone, sino también por la sencilla amenidad con que nos introduce
en los conceptos esenciales de la filosofía, que determinan
nuestro estilo de vida y el buen rumbo de la sociedad en que
vivimos.
Relacionado: El coraje de la conciencia.
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