miércoles, 13 de enero de 2021

Episodios Nacionales

 


Episodios Nacionales. Benito Pérez Galdós. Ed. Aguilar, 1971 (Obras completas)

 

Este clásico de la literatura española consiste en un conjunto de cuarenta y seis novelas históricas, que Benito Pérez Galdós comenzó a escribir en 1872, con el episodio Trafalgar, y culminó en 1912, con el dedicado a Cánovas. Tenía en proyecto varios episodios más, que abarcarían hasta Alfonso XIII, pero no llegó a concluirlos.

 

Los Episodios Nacionales constituyen un valioso retrato de la vida española entre 1805 y 1880. Entorno a personajes reales que fueron protagonistas de la historia española, Galdós da vida a otros de ficción que le sirven para recrear usos y costumbres populares del momento. Toma pié de los hitos más importantes acaecidos en España durante el siglo XIX, pero pone el foco sobre todo en el modo de vivir, pensar y actuar de las gentes. El resultado es una crónica de tono cercano y costumbrista, más que un tratado de rigor histórico.

 

Galdós, nominado al premio Nóbel de literatura en 1912, domina con maestría el lenguaje. Aprovecha su  habilidad como escritor para ponerla al servicio de sus ideas políticas, aun a costa de deformar o caricaturizar la realidad cuando le conviene. Emplea profusamente la ironía y la exageración para dejar en ridículo a personajes que encarnan ideas distintas a las suyas. 


En ese estilo caricaturesco con frecuencia no sale bien parado el clero, ni los seguidores de partidos distintos al suyo, como los carlistas. Carga las tintas en lo que llama despectivamente la España tradicional, cuyos personajes dibuja siempre como fanáticos e intransigentes. Y enfrente sitúa a personajes amables, atentos y caritativos, que por supuesto pertenecen siempre a la España futura, que es la de su partido liberal.  

  

Se percibe en sus escritos la evolución de su pensamiento político. Sus inicios fueron liberales, y se vinculó al Partido Progresista de Sagasta, con el que fue elegido diputado en 1886. Más tarde pasó al Partido Republicano, y finalmente en 1910 participó con Pablo Iglesias, fundador del PSOE, en la Conjunción Republicano-Socialista.

 

Esa trayectoria queda reflejada en los Episodios, con cierto sesgo anticlerical creciente. Es un sesgo que siempre acompañó al partido republicano, y fue heredado después por el partido socialista. Junto al sesgo anticlerical, crece en sus relatos el pesimismo y la tendencia a reflejar ambientes sórdidos.

 

En sus últimos años Galdós abandonó la política desencantado, y se sumó al pesimismo respecto a España de muchos intelectuales de finales del XIX y principios del XX. El estado de ánimo que le provocaba los políticos españoles se refleja en estas líneas de su último Episodio Nacional, dedicado a la época de Cánovas:

 

Los dos partidos que se han concordado para turnar pacíficamente en el poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...”

 

Contrasta ese tono amargo con el que empleaba en los Episodios de la primera época, épico y esperanzado. Por ejemplo, en Bailén, publicado en 1873:

 

Bien puede decirse que la estrategia, y la fuerza y la táctica, que son cosas humanas, no pueden ni podrán nunca nada contra el entusiasmo, que es divino.”

 

       Los Episodios Nacionales de Galdós, aunque desiguales, constituyen una pieza imprescindible para acercarse a la historia de la literatura española. Al menos alguno de ellos, como Trafalgar o La batalla de los Arapiles, parecen de lectura obligada. Se puede aprender mucho de la riqueza de su vocabulario, y además en buena parte son de lectura fácil y entretenida.

 

Pérez Galdós con 51 años, retrato de Sorolla



       Me ha sorprendido gratamente encontrar en el texto de los Episodios frases que solía emplear en sus escritos y en su predicación oral san Josemaría, lo que quizá  indica que debió leerlos en su juventud. Es sabido que el fundador del Opus Dei era aficionado a la lectura desde niño. Tenía dotes como narrador por su graciosa expresividad: entretenía a sus hermanas pequeñas contándoles cuentos. La claridad de sus escritos y de su predicación oral, que ha sido resaltada por especialistas, se fue labrando sin duda gracias a lacalidad de sus lecturas infantiles.

 

He anotado algunas de esas frases o expresiones que Josemaría Escrivá empleó con frecuencia, que bien podrían ser herencia de la lectura de Galdós. O quizá sencillamente sean frases castizas, que emplearon ambos porque ya pertenecían al acervo popular español


En cualquier caso, las dejo aquí, para quien desee profundizar en el sentido de esas expresiones. Creo recordar que había alguna coincidencia más, pero no llegué a tomar nota. 

 

-Mendizábal, (3.25; 898): “Señor de Calpena, usted pitará!”  (por triunfará, tendrá éxito). San Josemaría usaba esa expresión para referirse a personas que dan pasos decididos y bien orientados en su compromiso personal.

 

-Mendizábal, (2.20; 896): “Religioso de verdad, sin aspavientos.” San Josemaría era amigo de la sencillez en todas las facetas de la vida, y usaba la expresión “sin aspavientos” especialmente para referirse al modo de vivir la piedad cristiana, que debía ser interior, recia, sin manifestaciones externas aparatosas. Lo aplicaba también al modo de cumplir el deber, sin hacerlo valer y sin ostentación.

 

-Zumalacárregui, (28.266; 874): “los pobres ojalateros” (Galdós se refiere a los carlistas). San Josemaría señalaba el peligro de excusarse con circunstancias externas pasada o futuras (“ojalá hubiera pasado esto o lo otro”) para no asumir la responsabilidad del presente. Solía llamarlo mística ojalatera.

 

-Zumalacárregui (26.250; 874): “Una raza que al inclinarse para caer en tierra, ya está pensando en cómo levantarse.” El fundador del Opus Dei solía referirse a la lucha interior diciendo que el peligro no está en caer (somos humanos y cometemos errores) sino en no querer levantarse cuando uno ha caído.

 

-Los Apostólicos, 18.184; 620: “Como aquí no hay cumplimientos, que es palabra compuesta de cumplo y miento…” Así prevenía san Josemaría del peligro de conformarse  con un cumplimiento anodino y rutinario, sin el brío propio del amor, que requiere compromiso y energía. Esto, para quien sabe que Dios le espera en el cumplimiento amoroso de sus deberes ordinarios, es grave, porque está falto de amor. Un cumplmiento anodino bien puede acabar sigificando "cumplo y miento." Lo explicaba muchas veces el sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei, el beato Álvaro del Portillo

 

-Cádiz, 3.32: “Yo gozo extraordinariamente al ver frente a mí los caracteres altivos (…); gusto de ver bullir la sangre impetuosa del que no quiere ser domado ni … “ (En otra pasaje hay un diálogo en el que alguien se dirige a un joven: “Veo bullir en ti la sangre de tu padre…”) Josemaría Escrivá, en alguna ocasión, hablando en la intimidad con fieles del Opus Dei, les decía: ¿Sabéis por qué os quiero tanto? Porque veo bullir en vosotros la sangre de Cristo.

 

-El Grande Oriente, (21.370): “Aparta, Señor, de mí lo que me apartó de Ti” (Inscripción grabada en una antigua casa en la calle de la Cabeza, de Madrid). San Josemaría solía usarlo en presente, como oración personal: “Aparta, Señor de mí lo que me aparte de Ti.” Tenía en su habitación unos azulejos con esas palabras, para traerlas con frecuencia a su mente.

 

-El Grande Oriente, (15.325): “La amaba en globo, con sus defectos, conociéndolos y aceptándolos…” El santo de lo ordinario, como llamaba san Juan Pablo II a san Josemaría, insistía en que la caridad consiste en querer a los demás como son, con sus defectos, aunque precisamente porque les queremos les debemos ayudar con paciencia y cariño a superarse.

 

-El Grande Oriente, (4.4.242): “No puedo ni valgo nada.” San Josemaría repetía esa frase con esas palabras en su oración personal: se veía falto de todo mérito y por eso lo fiaba todo a su condición de hijo de Dios, que es quien obra en cada uno y de quien nos vienen todos los bienes.

 

-El Equipaje del rey José, (1.18.183): “…hasta que no ahorquen al último Papa con las tripas del último fraile, no habrá paz…” 

    En alguno de sus encuentros con un auditorio numeroso San Josemaría usó esa expresión en tono simpático, poniéndola en boca de un anticlerical, “Decía un anticlerical (quizá estaba pensando en este texto de Galdós): yo ahorcaría al último cura con las tripas del último obispo…” para añadir con gracia a continuación: “Pues ¡qué mal gusto,no?! Yo os diré un modo mejor de acabar con los curas: ¡venid todos, todos, a confesar!… ¡Y acabaremos todos los sacerdotes muertos de tanto trabajo!¡A confesar, así nos mataréis a todos!”

    San Josemaría coincide con Galdós en señalar los defectos del clericalismo. Se declaraba anticlerical, y hacía con frecuencia en su catequesis una defensa del "anticlericalismo bueno", por supuesto muy distinto del radical y violento, o del que pretende restringir la libertad religiosa. 

    En su predicación prevenía a laicos y sacerdotes contra el clericalismo, un modo de actuar de algunos clérigos que pretende inmiscuirse en las libres decisiones de los fieles laicos en cuestiones temporales. Y señalaba que también es clericalismo la conducta de algunos fieles que  reducen su condición de cristianos a la participación en actividades eclesiásticas, y en cambio se inhiben de participar con madurez en la vida pública bajo su responsabilidad personal. O actúan haciendo valer su condición de católicos, en lugar de hacerlo como un ciudadano más, que ejerce sus derechos y cumple con sus obligaciones de ciudadano.

 

-La batalla de Arapiles, (cap.27.243): “Es lo que yo llamo un ave doméstica. No, señor Araceli, no pidáis a la gallina que vuele como el águila. Le hablaréis el lenguaje de la pasión y os contestará cacareando en su corral.”

    En Camino, nº 7, san Josemaría usa una expresión que recuerda este texto:

             “No tengas espíritu pueblerino. —Agranda tu corazón, hasta que sea universal, "católico". No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas.

 

Post scriptum:

Me ha alegrado esta noticia sobre la presentación de la edición comentada de Camino, publicada por el Centro en la Biblioteca para la Edición de Clásicos Españoles. El investigador Fidel Sebastián confirma el eco galdosiano en los escritos de san Josemaría Escrivá, y dice entre otras cosas: 

¿Qué estilo tiene el lenguaje de Camino?

San Josemaría habla de las cosas más santas, como hablan Santa Teresa o San Juan de la Cruz o un Fray Luis de Granada, pero con un lenguaje absolutamente civil, que al que más se parece es al de Galdós. Si miráis la cantidad de citas que traigo de Galdós: este término, esta expresión, este giro. El estilo lingüístico de san Josemaría es muy de los escritores del realismo y naturalismo de esa época, y de los poetas que estaban más de moda como Gabriel y Galán, que era muy popular. Era lo que la gente, en los casinos, recitaba. Y eso es muy simpático. Varias expresiones de Camino se entienden mejor si vemos cómo las usa Galdós en su contexto. Es la gracia de contextualizar el léxico. También en esto se diferencia mucho de la edición de Pedro Rodríguez, que lógicamente no atiende este aspecto filológico porque no lo pretendía.

En mi opinión, san Josemaría habla la lengua de Galdós. La que hablaba la gente culta que quería ser natural. Habla con el lenguaje de la gente corriente. San Josemaría era, fundamentalmente, universitario. Su formación intelectual, era universitaria, pasó por el seminario, fue un cura excelente, era la adquirida de su paso por la facultad de derecho. Con una imagen galdosiana, su lenguaje se puede decir que es la llaneza. La llaneza galdosiana. Y con este tipo de léxico, al mismo tiempo, tiene la fuerza de un Fray Luis de Granada. Cuando trata de conmover, conmueve como el que más. San Josemaría conmovía a los públicos.

 

6 comentarios:

  1. Quién haya leído los Episodios Nacionales y conozca la obra del padre Escriva - me refiero a sus escritos y predicación, no al Opus Dei, en este caso - cae en la cuenta de las semejanzas a las que usted se refiere, como otras tantas a las que no hace referencia en su post. Siempre he pensado que el padre Escrivá leyó los Episodios y tomó buena nota de aquellos fragmentos que daban luz a la intuición que, en sus propias palabras, venía barruntando. Le pongo, tan solo, un ejemplo, en el Episodio El Terror de 1824, libro escrito en 1877, Galdós pone en boca de D. Benigno las siguientes palabras que, oportunamente maquilladas, suenan a la esencia del mensaje del padre Escriva. Dice así el texto galdosiano: “...Puede uno llevar en su fuero interno el fardo que más le acomode, sin necesidad de ponerse una etiqueta en la frente... esto es claro como el agua. No hay necesidad de meter ruido. En la vida privada puede tener el buen ciudadano mil ocasiones de realizar fines patrióticos y de servir a la patria. ¿Cómo? Cumpliendo lealmente esa multitud de pequeños esfuerzos que en conjunto reclaman tanta energía como cualquier acto de heroísmo”.
    El heroísmo de lo cotidiano, de lo pequeño, la santificación de lo ordinario, el trabajo escondido y silencioso, el no manifestar exteriormente la condición de cristiano que pertenece al Opus Dei al modo de los religiosos, son ideas que pueden leerse entrelíneas en el ejemplo expuesto, no hay más que cambiar ciertas palabras o establecer un algoritmo para producir un texto de Escrivá.
    Me pregunto, sí, el padre Escrivá incluyó los Episodios Nacionales de Galdos en el Índice de libros prohibidos que impulsó en su Institución y del que hablaba en sus predicaciones al numeroso público que acudía a escucharle en los primeros años de la década de los 70.
    También, el padre Escriva y Galdós, tuvieron algo en común, ambos fueron fundadores, el primero del Opus Dei y el segundo del Partido Socialista junto a Pablo Iglesias. Curiosa coincidencia.

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    1. Gracias por su comentario, Lupita. Pienso que san Josemaría, como todos los santos y la misma Iglesia, ha empleado los hallazgos de las diversas culturas en que viven para ahondar más en la verdad del mensaje de Jesucristo y descubrir luces nuevas que nos ayudan a todos a comprender mejor el Evangelio.

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    2. Le quedo agradecido por publicar mi post. En cualquier caso, Jesús, el mensaje de Jesús, esto es, el mensaje de los evangelios, tal y como nos ha llegado hasta hoy, es simple y sencillo, como lo eran las numerosas personas pobres e indigentes que acompañaron el féretro de Galdos en el último tramo de su entierro hasta su sepultura.
      A Galdós, como a Jesús, le enterraron en una sepultura prestada. Usted, conoce bien que los evangelios narran diversos testimonios en los que Jesús hace fuertes reproches a los sumos sacerdotes y doctores de la Ley. Lo mismo hizo Galdós con aquellos algunos personajes del clero que aparecían en su mundo literario, sería injusto decir de Galdós que era un anticlerical fanático y ciego, sin humanidad, que hacía proselitismo para su causa. En cualquier caso, apelando a los evangelios, y a su esencia, sin intermediarios, me vienen a la memoria en este momento una frase: "... era amigo de publicanos y prostitutas". Amigo...

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    3. Gracias, Juan Antonio. Eso es lo maravilloso de Jesús, que era amigo de justos y pecadores: menos mal, porque eso nos salva a todos, ¿no? Pienso que don Benito debía ser una persona con mucha humanidad, como se percibe en muchas de las cosas que escribe. Y no creo que fuese fanático de su ideología. Mas bien describe algunos de los defectos de la sociedad del momento, entre los que sin duda estaba el defecto del clericalismo: una crítica que en algunos aspectos de fondo comparte san Josemaría, quien por cierto solía resaltar que Jesús murió en la Cruz con los brazos abiertos, para abrazar a todos: ahí, gracias a Dios, cabemos todos: https://www.youtube.com/watch?v=KsdNN9raOeA Un saludo cordial

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    4. Tuve oportunidad de conocer en persona a Escrivá de Balaguer en el año 72 en el colegio Tajamar en una reunión a la que asistimos muchas personas. Yo tenía apenas 15 años y no recuerdo las cosas que dijo, pero si que era alguien que contestaba a las preguntas con mucho vigor, era entretenido escucharle. En mi caso, estaba más a cómo contestaba las preguntas que le hacían, que a al contenido de sus respuestas.
      Después de su muerte, le volví a ver en diversas películas que le grabaron en reuniones parecidas. La que usted pone en el enlace la vi completa. Tenía un amigo del Opus que me invitaba a verlas, el mismo que me llevó a Tajamar. De aquellos momentos, recuerdo que me encantaba ver como las proyectaban, era con una máquina de celuloide de 16mm. Han cambiado mucho los tiempos en medio siglo. Lo que sí recuerdo son las conversaciones largas y acaloradas que tenía con aquel amigo después de verlas.
      Permítame decirle, que me parece exótico su comentario de igualar la "anticlericalidad" del fundador del Opus con la supuesta "anticlericalidad" de Galdós. Me evoca al empeño de mi amigo por tratar de meterme la cuchara en la boca para que me terminara gustando el plato que me servía.
      http://www.blogcatolico.com/2020/06/carta-de-san-jose-maria-escriva-de.html?m=1
      Escrivá de Balaguer debió de leer en algún momento, formaría parte de su formación en el seminario, la encíclica de Pio X, "Vehemente Nos", en la que, sin lugar a dudas, la separación Iglesia y Estado quedaba realmente mal parada. Lo supongo, porque Escrivá recomendaba con vehemencia, en aquellas reuniones que ví, aprender de memoria el Catecismo de Pio X.
      La historia con mi amigo, termina en que lo seguimos siendo después de tanto tiempo, solo que él dejó de formar parte de Opus Dei a los pocos años. Cuando rememoramos aquellos momentos, nos echamos algunas risas pensando en lo pipiolos que éramos.
      Me he enrollado, forma parte de mi ADN.
      Soy un admirador de la obra literaria de Galdós, algún algoritmo de Google cruzó mi destino con su blog.
      Le deseo lo mejor.
      Con gran afecto reciba mi saludo sincero
      Juan A.

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    5. Otro saludo cordial y afectuoso, Juan Antonio

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