La
mujer nueva. Carmen Laforet. Ed Destino libro, 1955.
Menos conocido
que Nada, con el que ganó el premio Nadal en 1944, La mujer nueva es un libro
precioso, en cierto modo autobiográfico, en el que se narra la vida de una
joven mujer en los años de la postguerra civil española.
Paulina, en
plena guerra civil, se casa con Eulogio, joven soldado republicano, en un
matrimonio sin valor religioso ni siquiera civil. Terminada la guerra Eulogio
se ve obligado a huir a México. Paulina es encarcelada, y da a luz en la cárcel
a su hijo Miguel.
Cuando al cabo
de los años regresa Eulogio, Paulina es una mujer sufrida y con muchas dudas y preguntas
sobre el sentido de la vida, sobre la religión –cuyo inusitado auge contempla
con recelo-, sobre el verdadero sentido de su unión con Eulogio.
Un pariente de
Eulogio, Antonio, más joven que ella y que vive en el mismo pueblo, ha entrado
en su vida sentimental, recordándole afectos que creía superados o desaparecidos,
muy distintos o nunca hallados en Eulogio. Pero Antonio está casado con Rita,
joven mujer enferma. Y Paulina decide escapar a Madrid.
La madre de
Rita, Clara, ferviente católica, es la única que percibe el hondo sufrimiento
de Paulina y su crisis existencial. La noche que Paulina hace el viaje en tren
a Madrid, Clara la pasa en la iglesia, rezando de rodillas ante el Sagrario, pidiendo a Dios la conversión de Paulina y una luz que ilumine su vida.
Paulina
despierta en un bello amanecer castellano.
Raptada por la contemplación de la belleza del campo y de sus casas,
siente la presencia inefable de Dios que entra en su vida y la ilumina. A
partir de ese momento Paulina cambia, aunque aún deberá pasar por muchas crisis
y dudas hasta resolver su futuro.
El libro está
bien trazado, denota un hondo conocimiento de la fe católica, y quizá haya sido
relegado precisamente por su inspiración cristiana. Algunos han hablado de
él como un libro feminista, que tuvo que esconder su contenido -avanzado para
la época- en un barniz católico que buscaría captar la benevolencia de la
censura.
Pero Carmen Laforet escribió siempre en clave autobiográfica, y sus libros reflejan sus propias inquietudes interiores. Leyó a Edith Stein y otros conversos, y tenía preferencia por los libros de Santa Teresa de Jesús, especialmente Las Moradas. Fue amiga de escritoras como Elena Fortún, y con ella mantuvo una rica correspondencia que evidencia sus crisis interiores y su profundo anhelo de Dios.
Laforet dedica el libro a la famosa tenista y escritora Lilí Alvarez, "mi madrina de confirmación", que también influyó mucho en su itinerario espiritual, provocando un proceso similar al de Paulina. Lilí llevó a Carmen Laforet a hacer ejercicios espirituales, como la protagonista de la novela.
Hay pues algo más que un barniz religioso en este libro. Más bien refleja, en mi opinión, la alegría de una profunda experiencia espiritual, que le llevó al encuentro con Dios, y su deseo de contarla. Esa vivencia extraordinaria fue para Carmen Laforet una luz de esperanza en la noche oscura de su vida.
Está bien tratado el ambiente y la
mentalidad de la postguerra en España. Con esta obra Laforet obtuvo el Premio Nacional de
Literatura en 1955.
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